Durante la última semana de la Cuaresma, llamada Semana Santa, evocamos los días más difíciles de la vida de Nuestro Señor, en la víspera de la Crucifixión. Llenos de dolor y sufrimiento, estos días hacen a los cristianos recordar el sacrificio de Nuestro Señor Jesucristo en aras del amor a los hombres. En estos días los sacerdotes ortodoxos incitan a los creyentes a mantener los ojos abiertos para lo espiritual y lo intransitorio, y dejar la mente libre de pensamientos materiales.
“La Semana Santa es el momento más idóneo para recapacitar sobre nuestra vida”, expresa el padre Vasil Vasilev, de la Iglesia de los Tres Santos Jerarcas: San Basilio el Magno, San Gregorio el Teólogo y San Juan Crisóstomo, de la ciudad nororiental de Shumen. “Debemos adecuar todo nuestro ser actual a lo que hemos sido y a lo que podemos ser. La condición es participar activamente en el oficio religioso porque la misa nos ayuda a entender la esencia de estos días. Cuando la persona recapacita y llena de nuevo contenido su vida, puede marchar hacia el bien, descubrir y destacar lo mejor de sí mismo, y sentir en lo más hondo del alma la Resurrección, el momento más importante para todo cristiano. Al percibir la Pasión de Cristo nos haremos sensibles al sufrimiento del prójimo. Es la única manera de prepararnos debidamente para la Gran Fiesta, cuando nuestros alma y corazón se abrirán para una nueva vida a través de la compasión. Ésta es muy importante porque sentir compasión significa ser sensible al sufrimiento de los demás, lo cual es una partícula de las Pasiones de Jesucristo. En cuanto nos volvamos partícipes de Su sacrificio, lograremos cambiar nuestro propio ser, aunque sea un poco. Si no lo logramos, la fiesta no será sino una de las tantas a lo largo del año porque no habremos percibido su auténtica esencia”.
Hoy es Lunes Santo, el primer día de la Semana Santa, que culminará el Viernes Santo, cuando recordaremos la Muerte de Jesús de Nazaret. Evocaremos Su camino al Gólgota y Su crucifixión. Millares de feligreses se dirigirán a la iglesia. Algunos se limitarán a pasar por debajo del sudario tendido sobre la mesa, para gozar de buena salud según la creencia tradicional. Otros se acercarán al altar para venerar al Redentor y mostrar humildad.
“El sentido auténtico estriba en esa humildad y en este acto de identificación. Así mostramos que, de haber sido testigos de aquellos acontecimientos, nos hubiéramos puesto al lado de María y los Apóstoles. La Iglesia Ortodoxa no se le impone a nadie. Sus puertas están abiertas y todo quien visite el templo podrá preguntar al ministro de Dios sobre el sentido de los actos en Semana Santa. Si no lo hiciera, podría quedar ajeno a la celebración y no ver al Cristo resucitado. Si nos limitamos a complacer únicamente al cuerpo y olvidamos el alma, nuestra esencia espiritual se empobrece y la imagen de Dios se marchita. Debemos alimentar nuestra alma y dejar que ella nos guíe. Entonces el cuerpo también estará satisfcehco y gozará tanto de lo mucho como de lo poco que se le ofrezca, porque servirá al alma. Ésta es la jerarquía a que debemos atenernos”.
En Viernes Santo los cristinaos ortodoxos no comen y ni siquiera beben agua como penitenecia.
“Es lo que manda el canon. Debemos prescindir de la comida y dedicar atención al alma. Únicamente a las personas muy ancianas y enfermas se les permite comer pan con agua. Viernes Santo es el día más difícil, en que sentimos la mayor aflicción. No se oficia siquiera Santa Liturgia. Viernes Santo es el día más importante para prepararnos para la Resurrección, cuando todos los creyentes acudirán al templo. El sentido de estos días festivos consiste en dedicarnos a la Fiesta Más Preclara y sentirla todos juntos en el corazón durante las misas oficiadas”.
Versión en español por Raina Petkova
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