La familia de Ismail Karadzhov es de la pequeña pero pintoresca ciudad de Sarnitsa y allí, en el seno de los Ródopes, guarda celosamente las tradiciones y el sabor del queso amarillo local.
¿Cómo surgió la idea de crear la fábrica familiar de quesos?
Nuestro pueblo se encuentra en el corazón de los Ródopes. El aire es cristalino, los animales se alimentan solo de hierba y la leche es de muy buena calidad. La idea de fabricar queso amarillo nació cuando una empresa griega que había hecho investigaciones y había constatado que en los Ródopes había buena materia prima, compró la antigua fábrica de quesos de Velingrad y me pidió que la abasteciera con leche de la región. Se trata de los años 2001-2002, cuenta Ismail Karadzhov. Mientras recorríamos los pueblos cercanos para comprar la leche, un familiar mío que hace años producía queso amarillo y blanco artesanal, empezó a hacer queso amarillo para nosotros. Nos dimos cuenta de que los productores de leche estaban interesados en nuestro queso y así poco a poco empezamos a hacer queso amarillo a mano. Esto duró varios años.
¿Qué tipos de lácteos están fabricando?
Queso amarillo, mantequilla y requesón. Disponemos de tres talleres en los que estamos fabricando estos tres productos. Ahora estamos ampliando la fábrica, habilitándola para la producción de queso blanco en salmuera, yogur, leche y queso procesado. Nuestro objetivo es que nuestros productos estén hechos sólo de leche de la región. No compramos leche de otras zonas porque la calidad baja, afirma Ismail Karadzhov.
Preguntamos a Ismail Karadzhov a qué se debe el excelente sabor de su queso amarillo. La respuesta es que la clave es sobre todo la leche. La región de Sarnitsa es ecológicamente pura y los animales no comen pastos. Por consiguiente, la materia prima que se usa es leche de primera calidad. Otro punto importante es la levadura. En la fábrica se trabaja con cuajo vegetal. Además, la higiene es impecable.
¿Cómo han contribuido los proyectos europeos?
Al principio no habíamos oido hablar de proyectos europeos pero de no haber sido por los subsidios europeos, no habríamos podido llegar hasta aquí, estaríamos estancados, asustados y posiblemente lo habríamos dejado – opina Ismail –. Las máquinas son muy caras y sin los fondos europeos no hubiéramos podido adquirirlas. Si no hubiera sido por los proyectos europeos no habríamos conseguido todo esto. Nos ayudan mucho.
¿Y qué opina de la competencia?
Sabemos vencer a la competencia porque nuestro producto es de muy buena calidad – contesta sonriendo el propietario de la fábrica de quesos –. Incluso yo diría que no tenemos competencia. La fórmula consiste en buena calidad y precio alto. Si la calidad es baja, el precio es bajo y entonces podemos hablar de competencia. Nuestros quesos son de los más caros pero nosotros ponemos énfasis en la calidad y así nos salvamos de la competencia.
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