Martín Zaímov es el primer búlgaro que ha registrado en Bulgaria un automóvil eléctrico. Es, además, miembro activo del Grupo Industrial de Vehículos Eléctricos(IKEM por sus siglas en búlgaro) y de la Asociación Búlgara de Vehículos Eléctricos (BAEPS, siempre por sus siglas en búlgaro).
¿Hasta qué punto los usuarios individuales y la Empresa adoptan esta nueva cultura del transporte?
En la Empresa hay una inercia muy grande, ya que a las grandes compañías les cuesta adaptarse y cambiar sus funciones con facilidad –dice Martín Zaímov–. Hoy en día el mayor obstáculo para la movilidad eléctrica son los grandes productores y distribuidores de vehículos convencionales. Ellos ya han establecido un modelo de negocio con miles de empresas que suministran piezas de repuesto, tienen un sistema complejo de diseño y de construcción, distribución, comercialización y financiación elaborado durante años.
En opinión de Martín Zaímov, el principal reto es el de cambiar los hábitos.
Hay compañías que han reemplazado por su propia iniciativa y sin incentivos su flota de vehículos por eléctricos, y todos, desde el fabricante hasta el usuario, están muy satisfechos. Conducir semejante coche, en comparación con uno convencional, es un gran placer. A menos que no seas un joven que quiere hacer ruido y causar impresión con su motor rugiente.
No obstante, son el Estado y el Ayuntamiento los que deberían dar ejemplo usando vehículos eléctricos. Desde hace un año en el municipio de Sofía circula de forma experimental un autobús eléctrico, fabricado en China, propiedad de una empresa búlgaro-israelí. El modelo del autobús es muy innovador y en vez de por pilas se alimenta por ultracondensadores con capacidad suficiente de quedar autónomos entre el punto de partida y el destino final del bus donde hay cargadores. Para cargar los condensadores con energía eléctrica se necesitan un par de minutos, mientras que con las baterías eléctricas el proceso es mucho más largo. La compañía búlgaro-israelí ya tiene un cliente, el Ayuntamiento de Belgrado (Serbia), que ha hecho un pedido inicial de 5 electrobuses. Sólo queda esperar que las municipalidades búlgaras hagan pronto lo mismo, ya que hasta el momento no hay ni una sola línea urbana servida en su totalidad por buses eléctricos. En la actualidad Sofía, Plóvdiv, Gábrovo y Veliko Tárnovo muestran interés en los modelos con baterías o supercondensadores.
Los miembros del Grupo Industrial de Vehículos Eléctricos y de la Asociación Búlgara de Vehículos Eléctricos discuten en qué medida los incentivos, en forma de subsidios del Estado, deberían ser decisivos. Martín Zaímov apoya el modelo alemán de regulaciones estatales y municipales, sin subsidios directos.
El subsidio es malo por dos razones –explica– : en primer lugar, es un fardo para todos los contribuyentes, cuando, de hecho, beneficiará sólo a un determinado número de ciudadanos; en segundo lugar, cuando un negocio se basa en la subvención es muy difícil prescindir de ella porque toda la lógica comienza a basarse en obtenerla, es decir, todo el proceso es inestable y depende del Estado.
¿Cuáles son las buenas prácticas que podríamos adoptar rápidamente?
Según Martín Zaímov, un buen ejemplo es el sistema Autolib que funciona en París, Niza y Lyon, en Francia. Las Municipalidades prestan los vehículos eléctricos para ser usados para distancias cortas y viajes compartidos. Desde luego, semejante proyecto requiere de logística, infraestructuras para cargamento eléctrico y estaciones donde el coche pase de unas manos a otras.
Versión en español por Daniela Radíchkova
Fotos:BGNES y emic-bg.org
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