Cualquier recurso se puede emplear como terapia. En la farmacología rige un principio: no hay medicamentos, no hay dosis. En una dosis determinada cualquier cosa puede servir como remedio o como veneno, empezando por el aire que respiramos. Si uno se pone a respirar con mayor intensidad se sentirá mareado por el aumento del oxígeno en la sangre. Si sube a lo alto de la montaña sufrirá, a consecuencia de la hipoxia trastornos psíquicos, dice el doctor.
Asegura que el ajedrez se puede emplear por igual como terapia y como diagnóstico:
Pues, bien, pongo delante de uno un tablero de ajedrez y le comienzo a preguntar cómo reacciona y por qué es tal su reacción. Aunque no estemos jugando una partida, incluso conversando solamente sobre el ajedrez, se van volviendo claras muchas cosas. Un vecino mío me dijo en una ocasión: “Daré quinientos euros a quien me diga que es lo que tiene mi hijo”. Y es que su hijo tiene un diagnóstico psiquiátrico. Yo le contesté a él diciendo: “Te lo voy a decir sin cobrarte nada. Sólo ven a que juguemos al ajedrez”. “No, me dice él, yo he renunciado a pensar”. Y ahí se quedó la cosa. Si uno deja de reflexionar, ¿qué podrá lograr en este mundo? El cerebro es una máquina para la supervivencia. Incesantemente recogemos información, la procesamos, tomamos decisiones, actuamos .La máquina da vueltas y más vueltas en cada momento. Ponerle delante de uno un tablero de ajedrez es una situación estandarizada y cada persona reacciona de manera determinada. Es el psicoterapeuta el que valora las reacciones y actúa. Por ejemplo, si uno dice. “Esto no es para mí, es un juego complicado”, esto significa que tiene complejo de inferioridad. ¿Deseará tal persona levantar su ánimo? Si lo desee será bienvenida.
Por medio del ajedrez, el hombre puede formar su mentalidad, influir positivamente sobre cualquier tipo de dolencias como estados depresivos, enfermedad de Altzheimer, drogodependencias, etc. En el proceso del juego ajedrecístico se desarrolla un proceso de autoconocimiento y de conocimiento del entorno. Al jugar al ajedrez uno va aprendiendo cosas sobre sí mismo y sobre el contrincante que tiene enfrente viendo qué trato le da, si le ayuda en los apuros, o bien, se le ríe y le abandona, si juega honesto.
Respecto al diagnóstico y la solución de los problemas que uno tiene con gente de su entorno, el doctor dice: Dibujamos esquemas, basados en el ajedrez, a las personas se les marca con círculos pequeños y las relaciones entre ellas están representadas como un tablero de ajedrez. Por ejemplo, ponemos en un tablero una paciente mía, su esposo, sus dos hijos, ya crecidos y yo. Le pregunto a la paciente sobre cuál es el esquema en que se siente más querida. Me contesta ella:”En el tablero a tu lado” y rompe a llorar. Está llorando porque no se siente amada por sus seres más queridos. Paulatinamente, gracias a la terapia, las cosas con ella fueron cambiando a mejor y ya se siente querida.
Se puede jugar al ajedrez también con trebejos vivientes. Las personas son las piezas que se sitúan sobre un extenso tablero de ajedrez de cinco por cinco metros. Es un juego colectivo y uno, para hacer una jugada acertada debe asesorarse, aprender a cooperar con la gente. No obstante, para el desenlace exitoso de la partida importa que haya claridad en las reglas. Según una teoría, un juego con reglas contradictorias produce una confusión mental, explica el doctor Markov y agrega que según la psiquiatría social: El cerebro no es una bioquímica desordenada, sino que son las condiciones sociales las que generan reglas contradictorias tanto en la familia como en la sociedad. Así uno, al intentar ordenar bien sus jugadas y estrategias, basándose en estas reglas confusas, llega a la postre a un callejón sin salida. En un juego de reglas contradictorias, juegue o no, uno podrá equivocarse y ser criticado.
En su labor en la esfera de la psiquiatría, el doctor Emil Markov ha notado que : Pues, que la gente no necesita tanto de una terapia como de una formación. Imaginémonos la vida como una partida de ajedrez: uno se va iniciando en la vida, se les enseña mal que bien la forma para mover las piezas y lo dejan. Y uno empieza a encajar perdidas y más pérdidas .Se empieza a sentir aplastado, desesperado, va perdiendo el deseo de jugar. Pero la gente de su entorno en vez de conversar con uno, en vez de alentarlo y mostrarle cómo se puede ganar, lo llevan directamente al consultorio de un psiquiatra quien le dice :”Vd. sufre una depresión”. Le recetan medicinas y uno comienza a tomarlas esperando mejorarse un día.
Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: chovekolubie.org y archivo personal
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