Unos mil trabajadores de una de las sociedades fabricantes de armamentos más importantes en Bulgaria, la “EMCO”, protestaron unos días atrás contra la congelación de la licencia comercial de esta sociedad, impuesta por el Consejo Interministerial para la Industria de la Defensa y la Seguridad de los Suministros. La preocupación básica de los trabajadores en protesta es que puedan perder su empleo. Sin embargo, el ministro de Economía, Emil Karanikolov, ha asegurado públicamente que la empresa seguirá funcionando en cuanto estén suprimidas unas irregularidades tecnológicas en la producción. El que tales irregularidades existan es algo que reconocen tanto los propios trabajadores como los directivos de la empresa.
Hace algunos meses hubo protestas análogas en otra sociedad del sector armamentístico, la “Dunarit”, la cual, actualmente, funciona con éxito. Hay similitudes entre los dos casos, y no sólo en la forma y la motivación para las protestas, sino también en lo tocante a la propiedad, pues ambas sociedades poseen plantas privatizadas de propiedad privada conectadas en un intrincado sistema de trasiego o por intentos por trasvasar propiedad de una a la otra de las sociedades. En relación con esto último en el espacio mediático nacional circulan sospechas de corrupción o de algún tipo de fraude.
Dada la especificidad comercial y productiva en el sector armamentísta, los órganos estatales no son nada locuaces sobre el tema. Es evidente, sin embargo, que no se trata únicamente de unos problemas tecnológicos en el proceso productivo. En comentario ante Radio Nacional de Bulgaria, así lo ha sugerido también un líder sindical de la Confederación del Trabajo “Podkrepa” quien ha destacado que actualmente las autoridades competentes están desplegando esfuerzos descomunales para retener el negocio armamentista en la esfera del control estatal. Es que el control del Estado en este terreno es de una importancia extraordinaria, no sólo por razones económicas, sino igualmente políticas. Lo anterior viene siendo corroborado por las especulaciones y acusaciones frecuentes de suministros no reglamentados de producción especial −entiéndase armamentos− con destino a algunos mercados sensibles. Incluso el martes, día 22 de agosto, al ofrecer aclaraciones sobre la situación en la sociedad “EMCO”, el ministro de Economía no omitió nuevamente negar afirmaciones de que yihadistas en Siria habrían lanzado contra la ciudad de Alepo misiles fabricados en las plantas búlgaras de construcciones mecánicas de la ciudad de Sopot.
Provoca perplejidad observar problemas en la industria armamentista búlgara en el momento en que, tras un prolongado estancamiento, este sector se va recuperando y, según algunos expertos, incluso registra un crecimiento, inexistente en otros sectores económicos. Según datos oficiales, hace tres años, el monto total de la producción fabricada por el sector armamentista búlgaro ascendía a apenas 200 millones de euros y, en 2015, ya se había triplicado al ascender a 645 millones .No se dispone de datos oficiales sobre 2016, pero se puede admitir que la cuantía puede haber frisado los mil millones de euros.
Las empresas armamentistas estatales, en el primer semestre del año en curso, han seguido mejorando sus resultados financieros y extendiendo su plantilla.
Es cierto que este efecto es una consecuencia de conflictos bélicos y de un rearme en regiones sensibles del mundo como son el Oriente Próximo, la India, el norte de África pero las transacciones están siendo estrictamente vigiladas por el Consejo Interministerial para la Industria de la Defensa y la Seguridad de los Suministros, y así no se hacen suministros de armas a Estados en que existan conflictos o para los cuales rijan prohibiciones.
Sólo el Estado, al menos a esta etapa en Bulgaria, es capaz de garantizar que esto pueda seguir siendo así.
Versión en español por Mijail Mijailov
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