Estos días se ha celebrado en Sofía una mesa redonda sobre el tema “El islam balcánico, ¿una barrera o un puente para la radicalización?” Las polémicas en torno a la radicalización en Bulgaria cobran periódicamente candente actualidad en relación con sucesos concretos. En 2016 la atención a este tema fue aumentando tras la aprobación de una Estrategia para contrarrestar la radicalización y el terrorismo, los debates en torno a un proyecto de ley de lucha antiterrorista y una causa penal instruida en la ciudad de Pazardzhik contra 14 imames acusados de divulgar las ideas del Estado Islámico e incitar a la guerra.
En 2017 dieron pie a discusiones sobre el tema algunos problemas relacionados con la financiación del culto musulmán en Bulgaria. En aquella ocasión las instituciones competentes del Estado eludían pronunciarse, mientras numerosos expertos lanzaban la advertencia de que sería bueno que el Estado asumiera compromisos hacia los musulmanes en su territorio, puesto que invertir en relaciones interreligiosas serenas significaría invertir en la seguridad.
En 2018 la polémica está transcurriendo en medio de una situación algo distinta. Se encuentran en su recta final los preparativos para enmiendas a la Ley de Cultos Religiosos, que obedecen a la idea de proteger los cultos tradicionales y eliminar las posibilidades de una radicalización basada en la religión musulmana. La Oficina del Gran Muftí pretende que el Instituto Musulmán en Bulgaria reciba acreditación oficial para que los imames que en él se forman puedan ejercer su oficio sin ser objeto de influencias musulmanas foráneas. Ahora el Estado propende a consentirlo y hasta propone incrementar los subsidios para los cultos tradicionales de manera que estos fondos se puedan gastar en sueldos para los sacerdotes y funcionarios de las comunidades religiosas. Tanto los gobernantes como la oposición insisten en que sólo tengan derecho a abrir centros docentes religiosos el culto cristiano ortodoxo y el culto musulmán tradicional en Bulgaria. La coalición de los Patriotas Unidos exige que los ritos religiosos sólo sean oficiados por sacerdotes que hayan recibido su formación religiosa en Bulgaria o por tales cuyo diploma obtenido en el extranjero haya sido reconocido, conforme un orden especial establecido, por las instituciones competentes de este país.
A diferencia de años anteriores, ahora no se registran en Bulgaria manifestaciones perturbadoras de radicalización. También aparece como más tranquila en este sentido la situación en la región, y esto sitúa en un primer término ideas relacionadas con la prevención antes que con formas para contrarrestar el fenómeno. La atención de los expertos se ha dirigido no sólo a la situación en Bulgaria, sino también a la que existe en los países vecinos. Ante Radio Nacional de Bulgaria, el embajador Valentin Radomirski, director ejecutivo del Instituto de Economía y Relaciones Internacionales, ha comentado que a fecha de hoy el islam en los Balcanes no es radical y que, por tal razón, hay que concebirlo como una barrera, y no como un puente para la radicalización. Según este experto resulta más apropiado referirse a un islam “tradicional” y “no tradicional”, y no a un islam “radical”.
En lo que se refiere al peligro de importación de un islam no tradicional, Radomirski lo considera como mínimo ya que los musulmanes nativos en la mayoría de los países balcánicos se encuentran íntegramente vinculados con las comunidades musulmanas locales y es difícil que el radicalismo se cuele en esta integración.
Tiene una opinión similar sobre el tema Iskra Baeva, historiadora y profesora de la Universidad de Sofía “San Clemente de Ojrid”, según la cual, “el riesgo de que en territorio búlgaro sean perpetrados actos terroristas por grupos de islamistas radicales es ínfimo porque falta una masa crítica de personas capaces de crear una posibilidad logística para tales actos”. En respaldo de esta tesis Iskra Baeva señala que, a diferencia de otros Estados balcánicos, en Bulgaria no hay yihadistas locales que hayan combatido en el bando del Estado Islámico en el Oriente Próximo.
Liubomir Kiuchukov, director del Instituto de Economía y Relaciones Internacionales considera que el islam balcánico es una barrera ante la radicalización de los musulmanes en Europa si bien advierte que es posible que esta barrera sea levantada con rapidez al aumentar la amenaza desde el Oriente Medio. A juicio de este experto, la barrera más segura contra el islam radical es Turquía ya que, pese a que en ese país se está desarrollando una afirmación política del islam, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan procura seguir manteniendo el control sobre la radicalización religiosa.
Versión en español por Mijail Mijailov
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