En la pintoresca localidad de Prilep, en la región de Dobrudzha, a 30 km al sureste de la ciudad de Dobrich y a solo 15 km del complejo turístico de Albena, en la costa del Mar Negro, se encuentra “La Casa de la Miel". Para sus propietarios, tres generaciones de la familia Mihov, este es un hermoso paraíso en una pequeña montaña al pie de la meseta Dobrudzha, a lo largo del río Batova, el único de Dobrudzha que nunca se seca. Aunque están jubilados, Nedyalka y su esposo Dimitar participan activamente en el cuidado de las abejas con la única ayuda de la familia de su hija y sus tres nietos. Los beneficios de la apicultura son más reducidos que en otras partes de Bulgaria debido a la falta de agricultura intensiva. Nos mudamos deliberadamente de Dobrich al pueblo de Prilep porque creemos que el lugar de las abejas está en los bosques, dice la propietaria, Nedyalka Mihova, y añade:
Era un sueño de hacía mucho tiempo que pudimos cumplir con la familia de mi hija. Son jóvenes maravillosos que creyeron en este medio de vida y dejaron sus vidas y sus carreras en Sofía para trabajar con nosotros. Nuestra causa es mostrar los productos naturales que crea la Naturaleza, porque la cultura de consumo masivo ha cambiado de forma masiva. La gente ni siquiera sabe que la miel natural real cristaliza y la funde al baño María a temperaturas muy altas, destruyendo así las valiosas cualidades de la miel como medicina y "súper alimento". Nuestro otro objetivo es mostrar que las abejas están en peligro real de extinción. Por eso hemos colocado delante de la casa una cita de Einstein que reza: "Cuando las abejas desaparezcan, a la Humanidad solo le quedarán cuatro años de vida".
En lo referente a las personas a quienes se dirige el mensaje de la "Casa de la Miel", Nedyalka Mihova explica:
Nos visitan principalmente familias jóvenes con niños pequeños. Quiero que los jóvenes entiendan que necesitan corregir algunos de los errores de nuestra generación y proteger la naturaleza. La urbanización y el estilo de vida fácil son muy atractivas: todos quieren tenerlo todo a mano. Pero envenenamos la tierra y ahí es donde surge el gran problema.
¿Qué hace tan especial “La Casa de la Miel”?
Intentamos recrear las viejas colmenas, como en las que las abejas han vivido en nuestras tierras desde la antigüedad. Porque viviendo en esta maravillosa franja climática, la apicultura se ha desarrollado muy en serio durante miles de años y hasta la actualidad, dice Nedyalka, y añade:
Al entrar en la casa, lo primero que ven los visitantes es una colmena de piedra y una de madera. También hemos reproducido una casa de barro de la granja de abejas más antigua descubierta, en Israel hace 3500 años. Lo siguiente son los molinos de cera solares que poseen muchos apicultores.
Son un invento búlgaro, otro motivo de orgullo.
A continuación está nuestra sala de degustación, donde recibimos a los visitantes y les agasajamos con miel auténtica en su panal.
Tenemos una película que muestra uno de los colmenares, donde llevamos a cabo una gran cantidad de las tareas de apicultura, como extraer miel y elaborar los panales. También tenemos un colmenar de demostración con 10-15 colmenas, con casi todos los sistemas con los que trabajamos con apicultores. Son de gran interés las dos colmenas de cristal: en una, las abejas viven como en la naturaleza, no hay marcos de madera, y las propias construyen los panales y se puede ver la “danza de la abeja” (movimientos de las abejas obreras para informar a otras sobre la dirección y distancia de una fuente de polen. N de la T.).
Relacionamos abejas con la producción de miel. ¿Es eso suficiente?
Para mí, los propóleos son lo que tiene mayor valor curativo, dice Nedyalka Mihova, apicultora de dilatada experiencia, y añade: Las abejas usan la miel y el polen para alimentarse, y los propóleos que recogen de las yemas de los árboles es su remedio: contiene 7 antibióticos y flavonoides, sustancias que combaten las células cancerosas. La cera también es muy útil. En general, los productos de abejas son extremadamente valiosos, y Bulgaria incluso los usaba para pagar impuestos al Imperio Bizantino.
“La Casa de la Miel" recibe visitantes de toda Bulgaria, así como turistas alemanes, rusos, japoneses y árabes.
Versión en español por Marta Ros
Fotos: Archivo personal
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