Finalmente los rumores, injerencias e incertidumbres sobre si el gran gasoducto “Corriente Turca” que va desde Rusia a Serbia, Eslovaquia, Hungría y Austria a través de Turquía pasaría por alto Bulgaria se han aclarado. Se ha firmado el contrato para la construcción de la sección búlgara del gasoducto “Corriente Turca” entre Bulgartransgaz y el Consorcio Arkad (ARKAD), en el que participan empresas sauditas. Cabe mencionar que el primer ministro búlgaro, Boyko Borisov, prefiere llamarlo “Corriente Balcánica” y que la parte rusa no tiene inconveniente. En virtud del acuerdo en cuestión, el gas ruso que pasa por Turquía a través del “Corriente Turca”, destinado a clientes del interior del continente, entrará en Bulgaria por la frontera turca, viajará 474 km por territorio búlgaro y saldrá del país por la frontera con Serbia. Falta construir esta sección búlgara del gasoducto y está previsto que el gas empiece a circular por ella para 2021. Los gastos de construcción ascienden a 1.100 millones de euros, y el plazo de entrada en funcionamiento del oleoducto es de 615 días a partir de la firma del contrato.
¿Qué ganan Bulgaria y los países de Europa Central con este gasoducto?
A primera vista, Bulgaria no parece ganar demasiado. Se estima que la tasa de tránsito anual rondará los 100 millones de euros; es decir, que los gastos de construcción se amortizarán en unos 10 años. No se esperan otros ingresos directos para Bulgaria. Por otro lado, con este gasoducto Bulgaria pasa a ocupar un lugar importante en el mapa de gas de Europa y se convierte en un factor indispensable en el suministro de energía de muchos países del continente. Esto puede no tener implicaciones financieras directas, pero es indiscutiblemente beneficioso para todo este grupo de países. Además, esta nueva infraestructura confirma lo adecuado e idóneo de la idea y las intenciones de las autoridades búlgaras de hacer del país una especie de centro de distribución de gas no solo en la región, sino también en Europa Central. Se trata concretamente del proyecto del centro de gas “Balkan” en Bulgaria, que suministrará gas de diferentes proveedores y venderá las cantidades que deseen los clientes. Hasta ahora, Bulgaria solo contaba solo con gas ruso, aunque también hubo un intento exitoso de comprar gas licuado estadounidense. Bulgaria también ha firmado un contrato para el suministro de mil millones de metros cúbicos de gas azerí a partir de 2020.La interconexión con Grecia financiada por la UE entre Komotini y Stara Zagora también está a punto de ser terminada, lo que permitirá el suministro de 5.000 – 6.000 millones de metros cúbicos de gas anuales, no solo de EE. UU. sino también de Oriente Medio y de los países mediterráneos. Todo esto tendrá beneficios financieros directos para Bulgaria y probablemente para los ciudadanos, que recibirán gas en condiciones mucho más favorables que ahora, ya que parte de los 15.750 millones de metros cúbicos anuales de gas del gasoducto de los Balcanes se utilizará para consumo interno, lo cual sin duda estimulará la gasificación de los hogares del país. Además, la diversificación del suministro supone seguridad energética. Esto es precisamente lo que se está logrando actualmente, y solo puede tener consecuencias políticas y económicas favorables para Bulgaria y para los países de Europa Central a los que suministrará gas el nuevo gasoducto.
Versión en español por Marta Ros
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