La mala suerte viene lastrando desde hace buen rato los proyectos gasistas búlgaro-rusos, y ahora a punto está de malograrse también el más reciente de éstos, el de la “Corriente Turca” que debía entrar en acción en 2020.Anteriormente, en 2014, fracasó el proyecto gigantesco “Corriente del Sur” cuya tubería, por el fondo del mar Negro debería llegar a Bulgaria y de ahí continuar rumbo a Europa Central y Occidental suministrando a estas partes de Europa unos 64 000 millones de metros cúbicos de gas, al año. En lo tocante a este gasoducto todo iba conforme el plan acordado entre Moscú y Sofía hasta que se produjo la intervención de Bruselas y de Washington bajo cuya presión el proyecto se malogró. Actualmente se está notando una nueva tensión en las relaciones ruso-búlgaras con respecto a las obras de construcción de la prolongación del gasoducto “Corriente turca”, que desde Turquía cruza por Bulgaria con destino a Europa Central. Aparentemente, también en este proyecto todo hasta ahora iba bien y la construcción de los respectivos tramos en Bulgaria y en Serbia iban avanzando. La semana pasada, empero, el presidente ruso ,Vladimir Putin, lanzó una acusación violenta contra Bulgaria, en el sentido de que estaría demorando conscientemente la ejecución de las obras bajo una presión extranjera en tanto que Serbia ya casi habría ultimado su tramo. El primer ministro búlgaro en persona, Boiko Borisov refutó las acusaciones de sabotaje explicando que cada día en Bulgaria se iban construyendo de 4 a 5 kilómetros del gasoducto y que aquel retraso se debía al respeto de las exigencias y disposiciones de la UE.
El ultimátum de Putin, según señalan medios informativos rusos, amenaza a Bulgaria con que se buscarán otros trayectos que no crucen por su territorio si este país continúe obstaculizando las obras del gasoducto con capacidad de 15 800 millones de metros cúbicos de gas al año. ”Si los búlgaros no quieren- y no me refiero a los búlgaros sino a los dirigentes de ese país-encontraremos otras vías para materializar nuestras capacidades en el sur de Europa”, ha destacado el presidente ruso en rueda de prensa conjunta en Sochi, al término de su reunió con su homólogo serbio Aleksandar Vucic.
“Cada cual tiene derecho a buscar trayectos alternativos, y lo que nosotros estamos buscando es una diversificación alternativa”, ha replicado el premier de Bulgaria para luego convocar al embajador ruso en Bulgaria, Anatolii Makarov, para esclarecer el caso relacionado con la acusación por parte de Putin. Al término de esta reunión fue declarado que “no existen premisas que entorpezcan el desarrollo de los contactos bilaterales ulteriores, en un espíritu pragmático y bienintencionado”. Un tanto más concreta , tras los reproches y amenazas de Rusia, se mostró Temenuzhka Petkova , ministra búlgara de Energía.La ministra ha declarado que las obras de construcción del gasoducto “Corriente turca” por territorio búlgaro avanza conforme el horario si bien ha precisado que llevan su tiempo las actividades relacionadas con la aplicación de la directiva europea sobre el gas natural, la adjudicación de las contrataciones públicas para elegir ejecutantes y los recursos presentados contra éstas. Se por casualidad o no, al día de haberse conocido el ultimátum de Putin, Moscú expulsaba a un diplomático búlgaro de alto rango en Rusia proclamándolo “persona non grata” Según la ministra búlgara de Exteriores, Ekaterina Zajarieva, este hecho no guardaría ninguna relación con las críticas lanzadas por Putin. Hasta ahora Bulgaria ansiaba convertirse en país de tránsito de la llamada aquí “Corriente balcánica”. Sus obras costarán 1 202 millones de euros por tuberías de una longitud de 474 kilómetros, que deberán ser colocadas en 615 días por el consorcio saudita Arkad. Bulgaria apuesta por poder recuperar esta inversión por medio de las tasas para el tránsito del gas. Con este motivo la ministra de Energía ha expresado de manera bastante esquiva e indefinida que se trata de “beneficios estimados en los próximos 20 años del orden de unos 2 200 millones de euros”. Según el presidente turco Recep Tayyip Erdogan, el gasoducto “Corriente turca” será inaugurado de manera oficial el próximo 8 de enero. Es evidente que hasta esa fecha Bulgaria no podrá concluir las pobras de construcción de su tramo del gasoducto. Menos probable aún resulta encontrar un trayecto alternativo para el gasoducto que rodee a Bulgaria. En una etapa más temprana del proyecto también Grecia había sido país candidato para este gasoducto pero luego fue eliminada por las condiciones más ventajosas propuestas por Bulgaria.
Los expertos en Bulgaria aseguran que este país no tiene motivos fundados para demorar intencionadamente las obras de construcción de la “Corriente balcánica”, siempre y cuando, una vez más, consideraciones geopolíticas no vayan a prevalecer en contra de este proyecto.
Hace escasos días el primer ministro de Bulgaria, Boiko Borisov, se reunía en Washington con el primer mandatario norteamericano, Donald Trump y, poco después, la embajadora de EE.UU en Sofía, Herro Mustafa señalaba que la “Corriente turca” no redundaría en los beneficios esperados y que “la prolongación de la Corriente turca por el territorio de Bulgaria se propone únicamente utilizar a Bulgaria como un país de tránsito”
Versión en español por Mijail Mijailov
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