La idea de erigir en Sofía, la capital de Bulgaria, un monumento como muestra de gratitud del pueblo búlgaro a Alejandro II, apodado El Zar Libertador, y a Rusia en general, surgió inmediatamente después de la Liberación del país del yugo otomano en 1878. Sin embargo, la situación histórica en aquel período no favorecía tal actuación.
Los sucesos posteriores a los cinco siglos de dominio otomano estaban relacionados principalmente con la restauración del Estado búlgaro. El recién creado Principado de Bulgaria afrontaba tareas importantes como el establecimiento de las instituciones estatales, la convocatoria de la Asamblea Constituyente (1879) para redactar la Ley Básica del país o la ordenación urbanísticadel centro de la capital. El período se caracterizó por los esfuerzos de unificar el territorio de Bulgaria,injustamente dividido en dos: Principado de Bulgaria y Rumelia Oriental, en virtud del Tratado de Berlín de 1878.Después de la Unificación en 1885, las relaciones búlgaro−rusas se deterioraron e incluso se interrumpieron por un período de una décadadurante el gobierno de Stefan Stambolov. A la luz de aquellos acontecimientos históricos, construir el monumento en cuestión no se correspondía con el deseo de emanciparse de la libertadora Rusia.
No fue sino hasta la segunda mitad de los años 90 del siglo XIX que el príncipe Fernando se embarcó en un curso de reconciliación y acercamiento con San Petersburgo, ya que la política obviamente antirusa no aportaba nada positivo al Estado búlgaro. Esto hizo posible lanzar y realizar la idea de construir un monumento al Zar Libertador Alejandro II, dice el Dr. Mijaíl Simov, del Museo Nacional de Historia de Sofía.
En 1898, a propuesta de la Asociación de Voluntarios Búlgaros de la GuerraRuso−Turca de Sofía, se formó un comité con el nombre de Zar Libertador con el fin de organizar un concurso para la construcción del monumento.La idea fue respaldada por el Estado y el príncipe Fernando I, quien resultó elegido presidente honorario del Comité. También pagó el primer aporte pecuniario por un monto de 50 000 levas de oro de la época. Más tarde, la Asamblea Nacional votó una suma cuantiosa para la realización de la obra. El resto del dinero lo proporcionaron organizaciones públicas, así como la emisión especial de un sello postal con la efigie de Alejandro II. En 1900 fue convocado un concurso internacional anónimo. Los requisitos ante los autores establecían los acontecimientos por recrear y los elementos por incluir. Un total de noventa artistas de quince países estuvieron interesados en la competición.Los participantes fueron reducidos a treinta y uno de doce países, incluido uno de Turquía. Cada participante debía elaborar un modelo de su proyecto, que luego sería exhibido en el Picadero del Príncipe en la capital.
El jurado internacional aprobó el del escultor italiano Arnaldo Zocci. Fueron varios los proyectos que superaban el suyo por las escalas y el alcance de la concepción artística, pero el jurado quedó impresionado por cómo un italiano era capaz de profundizar en el espíritu de los acontecimientos, que recreó con una dinámica singular. Además, el monumento encajaba en la imagen arquitectónica y artística que iba adquiriendo el centro de Sofía.
La altura del monumento que se erige frente al edificio de la Asamblea Nacional es de 12 metros. En el centro está la figura ecuestre de Alejandro II, quien sostiene en su mano derecha el Manifiesto de la declaración de guerra. El alto relieve que rodea la parte norte del monumento se exhibe la figura de la diosa griega de la victoria Nike, seguida por los principales actores de la guerra: el general Iosif Gurko, comandante del escuadrón de vanguardia, que incluía a los voluntarios búlgaros; el general Mijaíl Skóbelev, comandante de la Brigada Cosaca del Cáucaso que participó en los combates de Pleven, o Plevna, y Shéynovo; el condeNikolay Ignatiev, estadista y diplomático. Detrás van los voluntarios búlgaros; uno de ellos es Dimítar Petkov, distinguido con la Cruz de San Jorge al Coraje, quien sería diputado y luego alcalde de Sofía. En la parte meridional del monumento está representado el pueblo búlgaro, que ayuda al Ejército libertador ruso. En la parte inferior hay tres bajorrelieves separados con escenas de la Batalla de Stara Zagora (19 de julio de1877), la firma del Tratado de Paz de San Stefano (3 de marzo de 1878) y la inauguración de la Asamblea Constituyente en Tarnovo (10 de febrero de 1879).
Desde hace más de un siglo, el monumento sigue siendo un símbolo importante de la capital y sobrevive al cambio de los regímenes políticos – prosigue el Dr. Mijaíl Simov–. Durante la épocadel socialismo en Europa del Este, se le empezó a llamar, de forma no oficial, Monumento a los Libertadores, para integrarlo en el concepto de ensalzar la amistad búlgaro−rusa, que más tarde se convirtió en búlgaro−soviética. Pese a que últimamente hemos sido testigos de la profanación de algunos monumentos, prevalece el homenaje a los acontecimientos relacionados con la Liberación y a la personalidad de Alejandro II. Una gran parte de la opinión pública coincide en considerar que el monumento al Zar Libertador, renovado por completo en 2013, sigue siendo el monumento más bello de Sofía en términos artísticos.
Versión en español de Daniela Radíchkova
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