Un 1 de mayo de 1886, 300,000 trabajadores estadounidenses de Chicago salieron a protestar reivindicando una jornada laboral de ocho horas. Desde entonces el 1 de Mayo se convirtió en un símbolo de la solidaridad obrera y es una fecha que todavía se celebra en muchos países.
En Bulgaria, el 1º de Mayo se celebró por primera vez en 1890, promovido por los trabajadores de imprenta, pero las conmemoraciones en masa empezaron a partir de 1893. Hoy, el 1º de Mayo, festejado como Día Internacional de los Trabajadores, o Día del Trabajo, es una jornada no laboral. Durante los años del socialismo, su celebración era motivo para resaltar los éxitos profesionales y para organizar multitudinarios desfiles en los que todos estaban obligados a participar. Hoy este día recupera su significado inicial, relacionado con la protección del derecho al trabajo, la remuneración justa, las condiciones de higiene y salubridad de trabajo y la protección social.
Pero volvamos atrás en el tiempo. En 1944, al tomar el poder en Bulgaria, el Partido Comunista se convirtió en un Estado−partido, concentrándolo todo en sus manos: la creación de nuevas industrias y puestos de trabajo, la atención por las condiciones de trabajo y el descanso, por la salud pública. Los salarios eran bajos, pero casi todo el mundo tenía empleo. La vida de los búlgaros estaba privada de lujo, pero tampoco existía la pobreza extrema. El mercado común de los ex países socialistas, y en especial el gran mercado soviético, consumían todo lo que se producía, inclusive lo de menor calidad. Así el 1º de Mayo se vació de contenido. ¿Por qué luchar si los trabajadores tenían garantizada una jornada laboral de ocho horas, salario seguro, aunque bajo, y todos vivían en igualdad de condiciones? El 1º de Mayo se convirtió en un día feriado en el que la gente se reunía alrededor de la mesa festiva, después de regresar de las tradicionales marchas ante la elite estatal y política.
Los cambios democráticos producidos en el país a finales de 1989 provocaron grandes transformaciones. La privatización del sector industrial y los nuevos empresarios alteraron radicalmente la situación. La riqueza nacional global, acumulada por el pueblo búlgaro en el transcurso de 45 años, pasó en manos de inversores privados, en su mayoría ex miembros del Partido Comunista. Esa fue la época del renacimiento del sindicalismo cuya misión es defender los derechos de los obreros.
En su afán a ganancias rápidas, especialmente en los primeros años de la transición, algunos de los nuevos propietarios ignoraron los requisitos de una jornada laboral fija y las condiciones salubres de trabajo. El desempleo crecía, la población iba empobreciendo cada vez más, la tensión social se agudizaba. En el plano nacional, se impusieron dos grandes sindicatos: la Confederación de Sindicatos Independientes de Bulgaria y la Confederación del Trabajo Podkrepa, o sea Apoyo; fue fundado un consejo nacional tripartito, que reúne a representantes del gobierno, los empleadores y los sindicatos.
Hoy en día queda mucho por hacer para proteger los derechos laborales. Son constantes las violaciones de los requisitos y las condiciones sanitarias de trabajo, no se cumplen las normas en cuanto al horario laboral y el pago de las horas extra. El 1º de Mayo recupera su verdadero significado y son cada vez más los búlgaros que tienen conciencia de ello, aunque en este día ya no se organicen desfiles pomposos.
Versión en español de Daniela Radíchkova
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