Las colas formadas en los puestos fronterizos de Bulgaria con Grecia tras la supresión de la cuarentena no son indicio de la calidad del turismo en el vecino país ni una señal de que los búlgaros prefieran las playas griegas a las búlgaras en el litoral del mar Negro. Así lo han manifestado Valeri Simeonov, vicepresidente del Parlamento de Bulgaria, y Nikolina Anguélkova, ministra de Turismo. Los dos consideran que el tráfico intensificado se debe a la circulación en tránsito de turistas extranjeros y de temporeros búlgaros o de personas con bienes raíces en Grecia. "Según la estadística para 2019, los turistas helenos que en ese año llegaron a Bulgaria sumaron 1.300.000, cifra casi igual a la de los búlgaros que visitaron Grecia, quienes fueron 1.400.000", ha dicho  Anguélkova.