El Gobierno búlgaro ha dado luz verde al procedimiento para la instalación de un séptimo reactor en la central nuclear de Kozloduy. Actualmente, esta única planta nuclear búlgara dispone de dos reactores nucleares rusos con potencia de 1.000 megavatios cada uno, que generan casi un 40% de la energía eléctrica del país.
No parece muy clara la situación relacionada con la segunda planta nuclear planificada en Bélene, para la cual ya han sido adquiridos y suministrados dos flamantes reactores nucleares rusos de 1 000 megavatios cada uno, y en cuyas obras de construcción el Estado ha invertido ya más de 1 500 millones de euros. A comienzos del verano, tres de las compañías de la lista corta para participar en los trámites de selección de un inversor estratégico para la planta de Bélene: la rusa Rosatom, la estadounidense General Electric y la francesa Framatome, se aunaron, pero de momento faltan actuaciones más concretas y este estancamiento se explica por la pandemia del coronavirus y la crisis económica mundial que de ésta se ha derivado.
Por otra parte, con arreglo a los acuerdos internacionales, Bulgaria debe suspender el funcionamiento de las centrales termoeléctricas a carbón, que proporcionan casi la mitad de la energía eléctrica generada nacionalmente. Obviamente, esto causará problemas en el suministro de corriente eléctrica a la Empresa y la población y es indispensable pensar en cómo compensar el déficit de energía. Slavcho Neykov, presidente del Instituto de Gestión Energética, aclara ante Radio Nacional de Bulgaria lo siguiente:
“De hecho, el tema de montar nuevas instalaciones en el área de la planta nuclear de Kozloduy no es nuevo en absoluto. Fue recogido en actas del Parlamento ya desde el 2012, y así hay una resolución de 2012 y otra de 2013, pero a fecha de hoy aquella resolución parece un poco abstracta”.
Pese a la cautela a nivel mundial con respecto a la energía nuclear, por el momento en Bulgaria sus partidarios tienen preponderancia y el sector nuclear genera hoy el 33% de la electricidad del país. Figura entre estos partidarios también el primer ministro, Boyko Borisov, quien, entre otras cosas, apuesta mucho por la diversificación energética y la disminución de la dependencia energética de Bulgaria de Rusia. Por su parte, los expertos del Instituto de Economía de Mercado resaltan en análisis hecho público que “las nuevas tecnologías también incorporan las centrales atómicas, concretamente los pequeños reactores modulares capaces de cambiar con rapidez el volumen de generación y de ajustarse a las necesidades de la demanda nacional”.
“Por primera vez, no vamos detrás del tiempo, sino que actuamos de manera proactiva. Sin embargo, insisto en se trata de un proceso muy prolongado. Lo importante es que se haya sentado el principio”. En estos términos ha comentado en Radio Nacional de Bulgaria el experto en energía Prof. Atanás Tasev la decisión del Ejecutivo de instalar un séptimo reactor en la planta nuclear de Kozloduy.
A esta etapa, se prevé que el Holding Energético de Bulgaria comience a examinar, en consulta con compañías norteamericanas altamente tecnológicas en lo nuclear, las numerosas cuestiones relacionadas con el futuro séptimo reactor de la central nuclear de Kozloduy. Cuáles serán éstas, quién se encargará del montaje del reactor y de quién será propiedad, cómo será la potencia de los reactores, cuánto costará el proyecto, son interrogantes que, de momento, no obtienen respuesta. No es casual que expertos en la materia prevean la eventual puesta en explotación del nuevo, séptimo reactor apenas para el lejano año 2050.
Todo esto viene a poner de manifiesto que sí existen planes e ideas para el desarrollo del sector energético búlgaro en la nueva época “decarbonizada”. Persiste, empero, el problema relacionado con la eficiencia económica de estos proyectos y con los equilibrios y contradicciones geoestratégicos entre los EE.UU. y Rusia, países ambos agentes mundiales fundamentales en el terreno de la energía nuclear.
Versión en español por Mijail Mijailov
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