Ya está claro que este año conmemoraremos Nochebuena, Navidad y Nochevieja de un modo bien distinto que el habitual. Uno de los elementos obligatorios para estos días del año: las reuniones ruidosas y multitudinarias no se podrán realizar. Las posibilidades de sumergirnos en el habitual ambiente festivo fuera de casa tampoco serán muchas debido a las medidas restrictivas que ha impuesto la pandemia de Covid−19.
Los bazares tradicionales de estas fechas sí han abierto sus puertas en Bulgaria, pero en dimensiones y condiciones mucho más limitadas. Para evitar la aglomeración de mucha gente en un sitio, los platos que se suelen ofrecer deben consumirse fuera del bazar respectivo. Huelga decir que las mascarillas y la distancia de seguridad indispensable son dos de los requisitos más importantes que los visitantes están obligados a respetar.
Las pruebas a las que nos ha enfrentado este 2020 nos harán centrarnos mucho más en la familia, en los lazos entre los todos sus miembros, nos hará recordar la importancia básica que traen estas fechas con su armonía y atmósfera acogedora. A diferencia de años anteriores, sin embargo, algunas familias se verán obligadas a quedar separadas por la necesidad de aplazar o cancelar su tradicional regreso a la patria para las festividades de fin de año. Esto significa que en muchos hogares búlgaros habrá sillas vacías y el contacto durante la cena festiva será solo virtual. No obstante, esto no será un impedimento para preparar los platos y delicias típicas para estas fechas: distintos tipos de hojaldres, dulces o salados, y las frutas secas en forma de compota.
Se puede decir que la reina de la mesa festiva búlgara es la bánitsa. Ésta tiene distintas encarnaciones: como entrante, con relleno salado o bien como postre, con relleno dulce y almíbar. Pocos son los testimonios de la historia antigua de la bánitsa, pero se sabe con seguridad que se consume en las tierras búlgaras desde hace siglos y hoy está presente en cada mesa festiva en el país.
Hay variantes distintas en cada región. Por ejemplo, en la zona del macizo Ródope se hace el llamado klin, que contiene arroz, y la región de Sámokov, distante unos 60 km al sur de Sofía, es famosa por sus hojaldres con relleno de cebolla, puerro o col curtida. Curiosamente, ucranianos, serbios, rusos y macedonios también tienen estas variedades de hojaldre o empanada.
La bánitsa de Nochevieja es aún más especial, porque se solía preparar en las primeras horas de Año Nuevo (ahora las amas de casa prefieren tenerla hecha de antemano). Entre las capas finas del hojaldre se pone un relleno de mantequilla, huevos y queso blanco. Además, allí se esconden los pequeños paquetes de la suerte: papelitos en los que están escritos distintos votos para el año entrante, tales como salud, mucho dinero, amor, coche nuevo, buenas notas en la escuela, etc., según la imaginación de cada uno, acompañados de brotes de cornejo, envuelto todo esto en papel de aluminio. Cada comensal debe tomar un pedazo de la bánitsa para ver qué suerte le espera en los próximos meses.
Huelga decir que una de las suertes más deseadas en estos tiempos es el voto de salud. Este año 2020 nos ha demostrado que la salud es lo que más importa, aunque nos hemos dado cuenta también de que la realización de nuestras intenciones no siempre depende solo de nosotros. Por esto, en vez de frustrarnos, es mejor soñar. Esto nos ayudará a ahuyentar, un poco al menos, la fatiga, la soledad y la insatisfacción, acumuladas durante el año por expirar y entrar en el nuevo con mayor timidez, con el corazón abierto a la bondad y lleno de esperanza.
Versión en español de Katia Dimánova
Fotos: BGNES, Ani Petrova
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