El año a punto de terminar ha traído a los grupos de aficionados búlgaros que recrean las tradiciones del folclore nacional numerosas decepciones, enfrentándolos a elecciones y decisiones arduas. No obstante, Margarita Petkova y Gueorgui Ilíev, dos trabajadores infatigables en el ámbito del arte de aficionados, mantienen su optimismo. No se conocen, pero tienen una causa común: resucitar a las rancias tradiciones búlgaras de antaño, insuflándoles nueva vida.
“Quienes se han dedicado al arte de aficionados son gente que no pierde jamás su entrega total a esta actividad, pese a las dificultades”, opina convencida Margarita. Es alcaldesa de la aldea de Tsárevets y defensora fogosa de la conservación del folclore en su terruño. La aldea, que forma parte del municipio de Mezdra, en el centro norte de Bulgaria, tiene unos 280 residentes fijos, por lo que no es de extrañar que la casa de cultura y la Alcaldía anden siempre juntas en todas las iniciativas desplegadas por esta nutrida familia. La más importante de ellas es la celebración del Festival de Folclore Belokámenitsa (en español “de piedra blanca”), cuya quinta edición debió haberse celebrado en 2020 pero fue cancelada por la pandemia.
“La última festividad pueblerina se produjo el pasado 3 de marzo. Ya sabe todo el mundo lo que sobrevino después. Todos fuimos conmocionados y suspendimos cualquier actividad “, dice Margarita Petkova, recordando los pasados meses.
¿Cómo se las arregla la alcaldesa de una pequeña aldea en los “tiempos interesantes” que nos ha tocado vivir?
“Nos hemos dado cuenta de que de suspender los eventos culturales, cortaríamos el contacto con la gente, algo que le provocaría una depresión mayor. Todo esto resolvimos aprovechar cualquier oportunidad para llevarle alegría a la gente, para que sintiera que en todo íbamos juntos. Hemos celebrado todas las efemérides en línea, incorporábamos también a los niños cuando era posible. Tenemos ahora a nuestro árbol de Navidad bien engalanado, aunque no se va a organizar la tradicional Navidad infantil. Volveremos a echar mano de las tecnologías modernas para dirigir nuestros votos de salud y felicidad a todos los vecinos del pueblo. Además, Santa Claus recorrerá las casas donde hay niños pequeños para obsequiarlos con regalos.
Aunque sea de manera inhabitual, el Año Nuevo sí llegará. En fin, es un nuevo comienzo que hay que acoger esperanzados”.
En Tsárevo, una hermosa pequeña ciudad costera en proximidad a la frontera suroriental de Bulgaria, se desempeña Gueorgui Ilíev, nestinar, cantante tradicional, presidente del club cultural tracio Santos Constantino y Elena y director del club local de danzas folclóricas.
¿Qué es lo que no hay que olvidar incuso cuando las dificultades parecen no tener fin?
“No hay que olvidarse de las raíces, las tradiciones y sobre todo no hay que descuidar la comunicación con la gente −dice Guergui Ilíev− . Es duro trabajar en condiciones de una pandemia, pero, con todo, hemos podido llevar a cabo una buena parte del programa cultural de nuestro club. Además de la costumbre de los Nestinar, acatamos la tradición de los ritos navideños. Sin embargo, este año, debido a las medidas impuestas para limitar la propagación del coronavirus, la práctica del rito ha sido suspendida en el último momento. Los jóvenes participantes del club guardan la esperanza de que lleguen días mejores para continuar con la tradición”.
¿Cómo es la tradición que respetan quienes protagonizan estos ritos navideños en la región de la montaña de Strandzha?
“Los preparativos se inician a finales de noviembre y en ellos estamos recordando las canciones de carácter votivo. Procuramos transmitirles a los integrantes novatos en nuestro grupo detalles de importancia para que se enteren del significado profundo del rito. Lo que más me gusta a mí son los villancicos en que se formulan votos de salud y prosperidad para el hogar. En las frases finales de su letra se dice: “Cuantas sean las estrellas en el cielo despejado, tanta la salud en esta casa”. Esto me emociona siempre, me trae alegría, me da ánimos festivos. Mi canción predilecta es la que alude a los dolores de parto de la Madre de Dios desde el Día de san Ignacio hasta la Navidad. Este villancico se mantiene desde tiempos inmemoriales y va cargado de mucha emoción. Es el canto que siento muy íntimo tal vez porque fue el primer villancico que aprendí de niño. ¿Qué cómo son los votos que yo desearía lanzar? Pues que seamos sanos y un poco más cuerdos y que tengamos mucha suerte buena. Tenemos un dicho que reza: ”¡Ojalá tengamos la suerte de ser sanos, pues el resto uno lo consigue solo!” Como dicen los cantantes de villancicos al terminar de cantar: ”¡Amén!”
Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos proporcionadas por Margarita Petkova y Gueorgui Ilíev
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