“La humanidad se mantiene idéntica en todas las épocas, hasta el punto de que la historia no nos informa de nada nuevo o extraño en estos momentos. Lo que cambia sólo son las normas éticas”. Con esta cita de David Hume, recogida de su Estudio del conocimiento humano, del año 1738, inicia su narración sobre los años 70 en Bulgaria el Dr. Plamen Petrov, crítico de arte e historiador. Es una narración que ha cabido en más de 700 páginas de labor científica, encabezadas por el título de Arte y poder en la Bulgaria de los años 70 del siglo XX, en las que el autor resucita un período por igual cercano y falto de claridad y estudio objetivo suficientes, del pasado de Bulgaria y la relación entre el Estado y los intelectuales en ese lapso.
El estudio incorpora más de 460 fuentes de las colecciones conservadas en el Archivo Central del Estado, de la Comisión para los Expedientes, de 16 archivos regionales, archivos de la Academia de Ciencias, de instituciones culturales y decenas de libros de memorias y archivos personales. Sobre su base se va estructurando una historia sustentada en el mayor número posible de hechos, que recoge no sólo referencias al arte búlgaro de la época y el papel del Estado como “mecenas y productor único” de este arte sino que también es una historia del día a día de la gente.
“Yo partía de la premisa de que la Bulgaria socialista habría sido lo que, en la actualidad, es lo más frecuentemente machacado, o sea un período oscurantista de la historia patria en el que nada positivo llegaba a suceder. Tras el largo recorrido que he hecho ha resultado que las cosas son muy distintas. Sí, es cierto que el sistema impuesto en Bulgaria después del año 1944 lo podemos calificar, hasta mediados de los años 50, incluso de totalitario. Sin embargo, lo que ocurrió en Bulgaria en los años posteriores no se presta ni remotamente a una valoración unívoca. En mi estudio me he circunscrito a un largo decenio, que de hecho se inició en 1967 y concluyó en 1981. En ese periodo se produjeron acontecimientos de tanta envergadura que, vistos por la óptica actual, resultan imposibles de realizar tanto por los intelectuales como por el Estado. Es el decenio en el que se fue promoviendo un diálogo extraordinariamente dinámico no sólo con los países del Bloque del Este, sino también con Europa Occidental y hasta con EE.UU. Se produjo en Bulgaria una importación de productos de la cultura. Gentes contemporáneas de aquella época, con las que he dialogado, recuerdan el gran concierto de Tina Turner en Bulgaria, en 1980 y la exposición de Joseph Turner, gran artífice del paisaje marino. En esos años fueron viendo la luz traducciones de obras que el poder habría tildado de malas, burguesas, subversivas del ideal socialista. No obstante, fueron traducidas y puestas a la venta. Sí, no se pueden negar los casos de prohibición, censura y represalias, pero éstos apuntaban, sobre todo, contra personalidades concretas, y así no se trataba de una actuación en principio del poder. Hay que decir, empero, que esto ocurría también tanto antes de 1944 como después de ese año y, lamentablemente, se observa incluso hoy en día”, considera el Dr. Petrov.
En los años 70 se fue generando el grueso de la infraestructura cultural de Bulgaria, creándose museos, galerías, archivos. En ese período se fueron rodando algunos de los largometrajes búlgaros más famosos y memorables y escribiendo algunos de los mejores libros búlgaros, dice el Dr. Plamen Petrov. Era la década en que se fueron afirmando artistas, nacidos después de 1944 y no lastrados por sistemas políticos pasados.
“Personalmente, he desplazado las fronteras del decenio en cuestión a los años 60 ya que creo que los procesos políticos en el campo de la cultura nacional fueron fuertemente marcados por los llamados congresos de la cultura búlgara, el primero de los cuales se organizó en 1967. Aquellos foros sentaban pautas para el desarrollo de la cultura búlgara y eran a la vez una política. Era el periodo en el que Bulgaria acabó tomando conciencia de que la imagen del país podía mejorarse precisamente por medio de su producción cultural. Fueron años que se pueden calificar con serenidad de años de florecimiento de la cultura y la ciencia búlgaras, avalado por los documentos y los hechos de los que hoy disponemos”.
Para el mundo de Occidente, el Este, especialmente los Balcanes, es una región que despierta bastante curiosidad y, a fecha de hoy, son numerosas las personas que se dedican a estudiar los procesos que habían trascurrido detrás del Telón de Acero. Este interés ha sido el motivo para sendas sinopsis de una treintena de páginas del libro “Arte y poder en la Bulgaria de los años 70 del siglo XX” en las lenguas francesa, alemana e inglesa.
Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: BGNES, Ani Petrova, archivo personal
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