En su nuevo libro, titulado Camino a Tsaribrod y hablando sobre la ciudad, la activista de derechos humanos Zdenka Tódorova tiende una especie de puente entre el pasado y el presente, evocando las vivencias y los recuerdos de personalidades relevantes para la historia búlgara, para acabar haciendo tristes conclusiones sobre el estado de la minoría nacional búlgara en las zonas extremo−occidentales, desgajados de Bulgaria en virtud del Tratado de Neuilly, firmado al término de la Primera Guerra Mundial.
“Llevamos ya unos treinta años dando vueltas en un círculo vicioso y nada está cambiando a bien para nuestros compatriotas −dice en una entrevista con Radio Nacional de Bulgaria Zdenka Todorova, que es conocedora de la historia de las zonas extremo−occidentales y una figura pública en el seno de la minoría búlgara en Serbia− . Bulgaria carece de una política consecuente con respecto a esas zonas, sigue en deuda con la minoría búlgara en ellas. Hay que efectuar un análisis a fondo no sólo con la participación de consejeros de ministros, presidentes, primeros ministros, y este análisis debe incorporar lo que Bulgaria se propone hacer por esas personas para que la región no acabe despoblada. He recorrido cientos de kilómetros en esas zonas: no hay en ellas animales domésticos, no hay gente, sólo hay puertas trancadas. En las aldeas no te puedes topar con una sola persona. Si tales cosas estamos viendo en Tsaribrod y Bosilegrad, entonces, a quién vamos a dejar esas tierras y esos monumentos, quién se podrá beneficiar de ellos, ya que no habrá inversiones para que la gente pueda sobrevivir”.
Zdenka Tódorova opina que los políticos búlgaros solo se acuerdan de sus compatriotas en el extranjero cuando se avecinan elecciones. ” Son clichés de lo que les importan estas personas”, zanja Tódorova y hace la pregunta retórica de si las personas investidas de poder en Bulgaria se han dignado de trasladarse a Tsaribrod para preguntarles a los vecinos de esa ciudad atenazada por la epidemia de Covid−19 cómo sobreviven y si consiguen mantener el vínculo con la madre patria con las fronteras cerradas.
Refiriéndose a la ciudad que la vio nacer, la activista de derechos humanos cuenta que después de la liberación de Bulgaria del dominio otomano en 1878 y hasta la firma del Tratado de Neuilly en 1919, Tsaribrod fue una urbe típica de la época del Renacimiento Nacional Búlgaro (ss. XVIII a XIX), con una élite nutrida de representantes de la cultura y la educación. Son sendas pruebas de ello también los protagonistas de su nuevo libro, quienes a la sazón pusieron rumbo a esa ciudad con misiones diversas.
”En Tsaribrod, el patriarca de las letras búlgaras, Iván Vazov, escribió el primer verso de su poema “El nuevo cementerio de Slívnitsa” y posteriormente se lo recitó al príncipe Alejandro de Battenberg en una tasca de Pirot. Es Tsaribrod la villa a la que el escritor y fundador del movimiento turístico de Bulgaria, Aleko Konstantinov, llevaría a un centenar de personas y luego describiría aquel periplo en sus apuntes de viaje titulados ¿Qué?¿Suiza? Siempre en Tsaribrod, el Maestro Peter Deunov y el curandero Pétar Dimkov demostraron sus facultades para curar enfermedades con la convalecencia de los soldados búlgaros enfermos”.
Adaptado por Diana Tsankova
Versión en español por Mijail Mijailov
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