¿Qué es lo común entre la Iglesia de hierro de San Esteban en Estambul, la Sinagoga de Sofía y los cuadros de Vladimir Dimitrov El Maestro? Resulta que aparte de Bulgaria, el hijo rojo que los une es la masa de azúcar de María Ozturk, una búlgara que lleva 20 años residiendo en Estambul.
María nació en la ciudad de Gábrovo y desde pequeña optó por dedicarse al arte y los oficios tradicionales. Se graduó por la Escuela de Bellas Artes de la ciudad de Tryavna, donde aprendió el arte del tallado en madera, y después continuó sus estudios en las especialidades de Escultura y Pedagogía de Bellas Artes en la Universidad de Veliko Tárnovo. Comenzó a trabajar como docente en su ciudad natal.
El amor abrió una página nueva en su vida y la llevó a una de las metrópolis mundiales: Estambul. Conoció a su marido en una aplicación móvil de comunicación. Sin saber una palabra en turco, María decidió trasladarse a Turquía y ya lleva dos decenios viviendo entre Bulgaria y Turquía.
“Comencé a trabajar en un laboratorio de restauración de cuadros e iconos, cuenta María de su primer puesto de trabajo. Trabajé junto con restauradores de Francia, Bulgaria, Turquía y Grecia”, recuerda la búlgara. Su tarea era retocar los cuadros después de las intervenciones de los restauradores.
El nacimiento del hijo de María abrió ante su familia horizontes de desarrollo completamente nuevos. Cuando el niño cumplió dos años de edad, María elaboró su primera tarta para la celebración del cumpleaños. Comenzó a interesarse y profundizar en la decoración de las tentaciones dulces que con frecuencia es elaborada con azúcar. Muy pronto sus creaciones dulces se convirtieron en algo más de un hobby y nuestra compatriota fue elegida miembro de la Asociación Mundial de Sociedades de Chefs. Pueden formar parte de ésta solo las personas que son miembros de alguna de las federaciones que participan en ella.
“Soy la única extranjera que es miembro de la Federación Tasfed desde el año 2017, cuenta María. Cada año esta federación organiza un festival gastronómico en Estambul en el marco del cual se llevan a cambo cursos especializados para cocineros que desean ser parte del jurado en distintos festivales y olimpiadas”.
La excelente participación en la Feria Internacional de Pasteles, en Birmingham, en 2016, donde las creaciones de María fueron condecoradas con medallas de oro y plata la motivaron a idear un evento para presentar ante el amplio público el trabajo de los pasteleros decoradores. El evento fue organizado hace seis años y el tema que María escogió sin pensarlo dos veces fue Mi Bulgaria.
María creó una maqueta de azúcar de la Sinagoga de Sofía. La inspiración para el resto de los participantes eran la catedral de San Alejandro Nevski de Sofía y las imágenes de los soberanos búlgaros khan Asparuj y el zar Simeón El Grande.
Hace unos años, María recreó en azúcar una de las obras maestras de las Bellas Artes búlgaras: La muchacha de las manzanas, del gran pintor nacional Vladimir Dimitrov El Maestro.
Una de sus obras de azúcar que despierta gran interés tanto en Turquía como en Bulgaria es la maqueta de la Iglesia de Hierro de San Esteban, uno de los lugares sagrados relacionados con la espiritualidad búlgara. El encargo fue hecho en relación con la inauguración del renovado templo en 2018.
“Pude trabajar con los planes originales del templo que me facilitó el arquitecto responsable de la restauración. Estoy feliz porque logré conservar esta maqueta que hoy se encuentra en una caja especial de vidrio en el centro comercial de la ciudad de Gábrovo”, dice María con alegría.
Además de en su taller de pasteles y en distintas competiciones, María con frecuencia puede ser encontrada de camino a una de sus clases de maestría en las cuales transmite sus conocimientos a los deseosos de aprender este oficio. Bulgaria, Alemania, Suiza, Singapur, Arabia Saudí, Qatar e Irán son solo algunos de los países que visita para presentar su bello arte.
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