“Y si Cristo no hubiera resucitado, vana sería entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe”, dice el apóstol Pablo en la primera Epístola a Corintios. La culminación de la obra expiatoria de Jesucristo, su muerte y su resurrección están en la esencia de la doctrina cristiana que más de dos milenios mantiene viva la fe de los cristianos. En este sentido la resurrección de Cristo tiene una importancia esencial para la fe ortodoxa porque cambia el estatus quo del Universo, destruye la muerte y regala una vida en la eternidad.
Se celebra la caridad y el perdón de los pecados y todos están invitados a festejar al lado de Dios. Una expresión de esta magna fiesta es la misa pascual a finales de la cual están llamados a comulgar quienes ayunaron y quienes no ayunaron para aceptar a Dios y unirse a Él.
“Podemos percibir la alegría de saber que la muerte no es algo temible y que igual que durante la primavera la vida renace, después de nuestra muerte nosotros también resucitaremos, igual que nuestro Dios, para vivir eternamente en su Reino, señala Krasimira Draguleva, una profesora de inglés. Por esto para los pueblos ortodoxos la Resurrección es la fiesta más importante durante el año.
Es la promesa que hemos recibido todos nosotros de lo que nos espera, pero desde luego si vivimos en conformidad con los mandamientos de Dios y si aceptamos la santa Eucaristía. ¿Amamos a Dios? ¿Creemos en él? La fe en Dios significa estudiar la doctrina de Cristo y coparticipar en la santa Eucaristía, arrepentirnos, ser compasivos y atenernos al verbo de Dios. Esta es la Resurrección de Cristo. Por esto la fiesta es tan bella y se apodera de todo.
Se denomina a la Resurrección "fiesta de las fiestas", porque no hay mayor alegría que el triunfo sobre el sufrimiento y la muerte. La fe en la Resurrección y la vida eterna es la fuerza que ayuda a los creyentes a pasar por los retos sin sentir dolor e ira en sus corazones. Lo que caracteriza al auténtico cristiano es la plena ausencia de ira y envidia, el cristiano es una persona que puede alegrarse con la alegría del otro a pesar de sus problemas personales.
“Dirá que esto es una muestra de sacrificio que semeja al de Cristo”, señala el padre Boris Borisov del templo capitalino Transfiguración de Cristo.
“Todos pasamos por duros trances y es entonces cuando debemos dirigir la mirada hacia la cruz de Cristo y su luminosa Resurrección que nos muestra el sentido del sufrimiento. Es una cosa que no podemos entender en su plenitud, pero el sentido sublime del sufrimiento es que nos perfeccionemos. Pasando por el fuego del dolor debemos estar alegres con las personas a nuestro alrededor que en el mismo momento viven momentos felices, conservar nuestro humanismo y ser magnánimos”.
En palabras del padre Boris, cada persona pasa por momentos de gran tristeza y pérdidas, pero debemos llevar nuestra cruz como una parte de nuestra propia salvación para poder coparticipar asimismo en la resurrección de Cristo:
“Como dice Jesucristo, “Si alguien quiere ser mi seguidor, tiene que renunciar a sí mismo, aceptar la cruz que se le da cada día y seguirme”. La iglesia llama nuestra atención sobre estas verdades mostrándonos que debemos procurar ser seguidores de Dios en todo momento. Esto significa librar una lucha interna, luchar contra nuestro egoísmo y los lados débiles de nuestro carácter para poder aproximarnos al máximo a Dios. Este es el objetivo de la vida del cristiano”.
Fotos: Darina Grigorova y Centro de Peregrinación "San Juan Precursor"
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