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Petar Zhotev y sus dos sueños: encontrar la cura para el cáncer y desarrollar biotecnologías para combatir el cambio climático

Foto: archivo personal

El joven Petar Zhotev, futuro científico, ya está buscando medios para financiar sus estudios en Cambridge.

Curar a millones de personas y salvar nuestro planeta es un sueño alcanzable cuando tienes tan sólo 19 años y tus aspiraciones sobrepasan los límites de las realidades visibles para el ojo humano, e incluso, para la imaginación.

Petar lleva ya varios años reuniendo información acerca del mundo que nos rodea y buscando acceso a las inabarcables posibilidades de la ciencia. “La biología es interesantísima. Nos permite asomarnos en una célula viva, ver lo que ocurre en su interior a un nivel molecular y así obtener una mejor comprensión del mundo en el que vivimos”, comparte con nosotros este alumno del Instituto de Matemáticas de Sofía.


Petar Zhotev fue admitido en el prestigioso Trinity College de Cambridge donde se dedicará a estudiar las ciencias naturales, durante tres años consecutivos.  Eso sí, para ingresar en este centro, Petar deberá demostrar estar en posesión de la cuantía completa de la matrícula y las tasas de todo el curso – un total de 142.887 libras esterlinas. Gracias a las donaciones recibidas y la ayuda de la familia, esta cifra se ha reducido a 77.000 levas – cantidad que podría reunirse finalmente mediante la plataforma “Apoya.bg” (“Podkrepi.bg”), hasta mediados de este mes de agosto.

El futuro científico es un apasionado de las ciencias naturales desde el 7º grado en el colegio, cuando su profesora de biología – Miglena Gueorguíeva – le incita a participar en una competición nacional de esta misma asignatura. Al joven Petar esto le supone tener que aprenderse rápidamente todo el material de los dos cursos superiores para estar al nivel de los alumnos mayores que él. De esta manera consigue su primera medalla de plata, que alumbrará para este prometedor muchacho un nuevo camino, desconocido aún, y le mostrará su futura vocación.

“En la competición estuvimos haciendo experimentos de laboratorio, algo muy diferente al método puramente teórico que se suele emplear en los colegios”, recuerda Petar Zhotev, “Esta es en realidad la mejor manera de hacer que alguien se interese por la ciencia – al presenciar un experimento real, viendo suceder algo en la práctica, es como uno se da cuenta de la ciencia no es solo memorizar hechos en un libro de texto”.

A este logro le siguen otros tantos, entre ellos la medalla de plata de la Olimpiada Europea de Ciencias, y la presentación de un proyecto propio en el Concurso europeo de jóvenes científicos. “El número de medallas no es lo que más importa – sino la experiencia que uno va a acumulando. Porque en las competiciones no sólo acabas aprendiendo cosas nuevas de tu propia esfera científica, sino que además conoces a gente de diferentes nacionalidades y adquieres la capacidad de trabajar en equipo”, comenta Petar.


En estos momentos, la joven promesa está participando en la olimpiada internacional de biología, en los Emiratos Árabes, donde espera superar la medalla de antaño y convertirla en una de oro. Para ello, él y el resto de participantes, deberán pasar por una formación al cargo del profesorado de la Universidad “Svetí Klíment Ójridski” de Sofía.

“A la olimpiada pasan los cuatro mejores biólogos de cada país competidor”, nos cuenta Petar, “pero lo primero es clasificarse en las tres rondas de la olimpiada nacional de biología, y después pasar por una selección adicional en la Universidad de Sofía. En cuanto a la medalla de oro – mi objetivo es mejorar mis resultados y conseguir el primer puesto, aunque, por supuesto, no puedo garantizar nada”.


Petar Zhotev comenta también que las fórmulas en los ejercicios de la competición no tienen nada que ver con las de los ejercicios de acceso a la universidad. Según sus palabras, tener una buena memoria no es la cualidad más importante, ya que lo que se requiere en estos casos no es memorizar un material concreto al pie de la letra. Son más apreciadas aptitudes como el pensamiento matemático, la lógica o la capacidad de trabajar rápido.

El último año, Petar ha estado participando junto a otros científicos de la Academia Búlgara de Ciencias (BAN) en el desarrollo de un importante proyecto relacionado con la ganadería.


“Se trata de hacer posible elegir el género del animal – hablando de animales domésticos, como vacas, ovejas, etc. – antes de que este haya nacido”, explica Petar. “Las hembras son más útiles para la producción de leche y esto supondría un incremento considerable de la efectividad, en el mundo de la ganadería. Ahora mismo esta tecnología se está probando sobre animales y, si los experimentos son exitosos, el método se patentaría. Yo mismo he participado en la parte experimental de laboratorio, donde probábamos si una sustancia concreta puede dividir los espermatozoides de los animales en unos del tipo que producirían una generación masculina – y otros, que producirían una generación femenina. Al comprobar que esta etapa es completada con éxito, pasamos a las pruebas sobre animales bajo el control de los científicos de BAN”.

El futuro alumno de Cambridge tiene la esperanza de trabajar con biología molecular y genética, y dar su aporte al desarrollo de nuevas medicinas contra enfermedades como el cáncer, o de nuevas biotecnologías que ayuden a la lucha contra el cambio climático y la polución.  Aún es pronto para saber dónde realizará Petar sus sueños de científico pero él tiene claro que tarde o temprano traerá de vuelta sus conocimientos a Bulgaria, como recompensa a las personas que le tendieron la mano.

Mientras tanto, tratará de absorber todo lo mejor de la carrera en Cambridge y seguirá los pasos de quienes le inspiraron: “todos los exploradores e investigadores que se embarcan en lo nuevo e inexplorado”.


“Diría que no suelo ponerme límites. De momento, a tirar para arriba y para adelante”. Así se despide de nosotros este futuro estudiante del Trinity College de donde han salido unos cuantos científicos brillantes – como Isaac Newton o Charles Darwin – y nada más y nada menos que 121 premios Nobel.

Versión en español: Alena Markova

Fotos: archivo personal


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