La gastronomía y el turismo van de la mano en todo el mundo y se han convertido en una mega-industria que alimenta, nunca mejor dicho, a sectores enteros de las economías locales. La buena comida tradicional es, también en Bulgaria, una pieza crucial en su mosaico turístico. Y, por eso es que la cocina típica búlgara ya está siendo popular también entre los extranjeros que vienen a conocer el país. "Cuanto más rica es la historia de un país, más rica es su comida", dice el experto culinario Stefan Stefanov en una entrevista con Milena Vodenicharova, del programa "Hristo Botev" de BNR. El experto gastrónomo nos cuenta más:
"Tenemos información sobre alimentos presentes en las tierras búlgaras que datan de los siglos III-IV A.C., cuando estos lugares eran habitados todavía por los tracios. Éstos se dedicaban principalmente a la ganadería y la agricultura. La caza era una actividad reservada para los más ricos o para las familias de la nobleza. Las diferentes tribus que existían en aquel entonces, cultivaban trigo, cebada, espelta, centeno y arroz. Nuestros antepasados conservaban los alimentos en unos espacios subterráneos que hacían la función de los frigoríficos que tenemos hoy en día - eran una especie de bodegas que facilitaban la conservación y la calidad de los productos por más tiempo.
En 1870, estando Bulgaria aún bajo la ocupación otomana, es publicado el primer libro de recetas tradicionales búlgaras, gracias al escritor Petko Rachov Slaveikov. En él se describen diferentes recetas y técnicas de cocina, y la preparación de los platos y las bebidas que mejor reflejan la tradición centenaria y la cultura búlgaras. “Si consumimos los alimentos tradicionales búlgaros, estaremos sanos, saciados y nos veremos bien, como ocurría hace cientos de años”, añade Stefan Stefanov.
“Años atrás, los búlgaros combinábamos los alimentos de tal manera que podíamos presumir de ser el país con más personas centenarias del continente. Y vivíamos una vida larga y satisfactoria”, nos cuenta Stefanov. “Tomemos como ejemplo las “sarmí” de repollo búlgaras: este es un plato que contribuye a la buena digestión por ser el repollo un probiótico natural; y que, además, disminuye el riesgo de cáncer. Es más, los antioxidantes que se contienen en el repollo agrio (similar al chucrut alemán) y el zumo de repollo, ayudan a eliminar radicales libres que son considerados, por su parte, unas de las razones por las que se forman células cancerígenas. Y luego, el consumo de sarmí de repollo tiene también efectos muy positivos en la lucha contra la obesidad por su contenido equilibrado de hidratos de carbono y grasas. Lo mismo es aplicable a otros tantos platos tradicionales de la cocina búlgara”.
Entre los alimentos más característicos de Bulgaria, junto a las sarmí de repollo y la musaka búlgara, están, por supuesto, el yogur búlgaro y la bánitsa, en sus versiones dulce y salada. Estos manjares forman parte del patrimonio nacional, se preparan en todos los hogares, y se ofrecen en muchos restaurantes y establecimientos del país.
Stefan Stefanov y sus compañeros gastrónomos, siguen recorriendo su Bulgaria natal en búsqueda de antiguas recetas y han dado ya con cientas de maneras de preparar una banitsa. “Hemos concluido que su elaboración puede llevar entre 1 y 7 horas”, explica el experto, “y la receta más valiosa y más laboriosa es la llamada banitsa de gallina”:
“Para su preparación se necesitan unas 7 horas. Primero se cuece la gallina, se deshuesa y se pica la carne muy fino. Se reserva el caldo para más tarde. Después, se extienden con un rodillo tradicional 25 finas láminas de masa - en búlgaro: “korí” (que en español significa, literalmente, “cortezas”) y, sobre cada una de ellas, se va extendiendo el relleno de la carne picada de gallina. El tiempo de horneado también es bastante elevado - unas 2 horas y media aproximadamente. Y, mientras se hornea, la bánitsa se va bañando con el caldo de la cocción de la gallina” Stefan Stefanov nos cuenta también sobre otra versión muy curiosa de bánitsa: la tradicional bánitsa dulce de la zona de Glozhene. “Esta bánitsa se prepara con queso de cabra búlgaro pero no es salada, sino dulce - ya que, una vez horneada, se empapa con un almíbar especial. De esta manera se consigue un equilibrio maravilloso entre dulce y salado”. Así concluye su delicioso relato nuestro gastrónomo invitado, y nos deja salivando.
Autor: Veneta Nikolova
Versión española: Alena Markova
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Fotos: Pixabay, Facebook /HistoricalPark.BG, archivo
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