Ha pasado la primera sesión de la nueva Asamblea Nacional. Igual que en los tres parlamentos búlgaros anteriores la elección del presidente del Parlamento resultó ser un gran reto ya que ninguno de los dos candidatos: Raya Nazaryán del GERB-CDC y Andrey Tsekov de Continuamos con el cambio-Bulgaria democrática, que colectaron el mayor número de votos y llegaron a la segunda vuelta, no recibió el apoyo necesario para convertirse en el nuevo primus inter pares. “La elección de presidente de la Asamblea Nacional debe ser una elección de un diputado que sea apto de organizar y dirigir el trabajo el Parlamento de tal manera que los procesos en la Asamblea Nacional relativos a la elección del nuevo gobierno y del inicio del nuevo programa legislativo transcurran con la mayor fluidez posible. El presidente de la Asamblea Nacional ocupa un cargo peculiar y no muy incómodo ya que debe ser equilibrado y neutral”, recuerda en una entrevista para BNR el presidente de la Asamblea Nacional en el periodo de 2005 a 2009 Gueorgi Pirinski.
A su juicio, las primeras horas de la 51 Asamblea Nacional no han logrado enviar un mensaje positivo a los ciudadanos:
“En las intervenciones de los líderes de los partidos políticos en la Asamblea Nacional se tenía que escuchar la disposición de buscar apoyo no solo en la posición propia, sino en el territorio de conversación y mano tendida que dé la posibilidad de que se llegue a un resultado positivo desde los albores del Parlamento”, ha explicado Pirinski. “A partir de la elección del presidente de la Asamblea Nacional podemos juzgar cómo será el trabajo de aquí en adelante”, ha señalado asimismo el politólogo Iván Nachev y ha recordado:
“Del último pleno mandato tenemos muchos actores políticos, pero nadie puede retener el poder. La confianza erosiona ya que falta responsabilidad y capacidad del primero para cooperar. Esto crea un campo en el futuro para nuevos aventureros políticos. Ya es ingenuo pensar que un partido podrá lograr una mayoría suficiente incluso en una coalición con un socio político”.
Para superar el callejón político sin salida en el cual se encuentra el país hace falta prudencia, dice el juez constitucional Borislav Tsekov.
“De lo contrario todos se volverán inútiles y entrará en vigor el escenario Putin, en el cual Rumen Radev se hace con todo el poder. Se acabará con la democracia en Bulgaria. Este es el escenario l Kremlin para Bulgaria. Hay tribus políticas que han tomado posiciones y no reconocen el voto democrático de los ciudadanos. Hay una tradición parlamentaria que fue pisoteada y según la cual el presidente del Parlamento es miembro de la primera fuerza política. Esto es indicio de una profunda africanización de la política búlgara, de una cultura política sumamente baja y de una cultura de formación de coaliciones aún más baja”.
Está por ver si posible la formación de un Gobierno operante que tenga una vida de algunos meses o de un año. Sin duda esto es necesario y esperado por los ciudadanos para quienes las elecciones se convirtieron en un día a día. El voto del 27 de octubre del presente dejó demasiadas dudas respecto a su honestidad y transparencia para poder pasar el tema por alto.
“La crisis política no solo que no se resuelve, sino que se profundiza y deslegitimiza la base de cada sociedad democrática como son las elecciones parlamentarias. Teniendo en cuenta que tenemos tantas dudas de que ha sido violada brutalmente la lógica del espacio político, lo más lógico es reclamar, como una sociedad, la casación de las elecciones. No veo una oportunidad de resolver la crisis política a largo plazo mediante la construcción de un Gobierno”, ha comentado el sociólogo Zhivko Gueorguiev.
Fotos: Reuters, BGNES
Versión al español de Hrstina Táseva
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