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Silsila Mahbub, de Afganistán: "Me alegro de que mi lengua se enseñe en su universidad"

Silsila Mahbub
Foto: Archivo personal

El 21 de febrero se celebra el Día Internacional de la Lengua Materna, inscrito en el calendario de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Está dedicado a la conservación de la diversidad lingüística y cultural en todo el mundo.

El derecho a aprender y hablar una lengua materna es un derecho humano fundamental y un valor que debe protegerse. Por eso, la legislación búlgara establece muy claramente que los ciudadanos para quienes el búlgaro no es su lengua materna tienen derecho, junto con el estudio obligatorio del búlgaro, a aprender y utilizar su propia lengua. Así se conserva su identidad y también los valores de una sociedad democrática. Y si todos los días hablamos nuestra lengua materna en Bulgaria y la consideramos algo dado, como el aire y el agua, hoy es el día de mostrar empatía por los esfuerzos de las personas con una lengua materna extranjera para adaptarse e integrarse en nuestra sociedad.

La lengua materna sigue siendo el único vínculo con su patria para Silsila Mahbub, una joven afgana que huyó del conflicto militar y la violencia que asolan su país. Llegó a Bulgaria hace 10 años con la esperanza de que no fuera la última parada de su viaje. Aquí encontró refugio e incluso creó su propia organización para apoyar a la comunidad de refugiados en Bulgaria.

Hoy, Silsila puede decir que está orgullosa de su lengua materna, ya que es una de las pocas que están ganando popularidad, sobre todo entre la comunidad académica de Sofía. Más sobre su lengua materna y su traslado a territorio extranjero:

“Aprendemos nuestra lengua materna primero en casa y luego en la escuela. En la República Islámica de Afganistán hay dos lenguas oficiales: el dari y el pastún. Dado que tenemos diferentes grupos étnicos, cada uno tiene su propio dialecto, pero las principales lenguas del país son estas dos. Se enseñan en la escuela, desde el alfabeto hasta la ortografía”, nos cuenta Silsila Mahbub, y se fija en su vida en Bulgaria:

“Mis amigos y la gente cercana aquí son en su mayoría búlgaros, y muy rara vez encuentro a alguien con quien pueda hablar en mi lengua materna. Solo cuando llamo a mis padres les hablo en nuestra lengua. La mayor parte del tiempo hablo en inglés o búlgaro. A veces echo de menos hablar en mi idioma y también extraño mucho a mi comunidad… aquí hay muy pocos afganos”.

Siempre existe la necesidad de hablar en la lengua materna porque hay muchas palabras, expresiones y emociones que solo podemos expresar libremente a través de ella, y nos resulta extremadamente difícil hacerlo en una lengua extranjera.

“No importa cuántos años vivas en un sitio ni cuántos años estudies una lengua extranjera, nunca será como tu lengua materna, especialmente cuando has crecido en tu país y luego tienes que integrarte en otro lugar”, nos dice Silsila Mahbub.

"¿Cómo mejorar esto? Organizando distintos actos culturales donde la gente pueda conocerse, tener tiempo para hablar su lengua y, al mismo tiempo, dar a conocer diferentes culturas.

Además, entre los niños de distintas nacionalidades que viven y estudian aquí, si es posible, se podría añadir en las escuelas un curso adicional en su lengua materna. Hay muchas personas con estos conocimientos que podrían ser profesores en esas escuelas. En Bulgaria se puede enseñar árabe, persa o cualquier otra lengua", sugiere Silsila Mahbub.

"La lengua es la riqueza de una nación, y me alegraría si hubiera gente que aprendiera y quisiera conocer mi lengua", afirma Silsila Mahbub.

“Desde que estoy en Bulgaria, solo he trabajado con refugiados en distintas organizaciones. Ahora tengo mi propia organización y nos centramos sobre todo en eventos culturales en los que, además de extranjeros y refugiados, siempre participan búlgaros. Para ellos también es interesante conocer una cultura y una lengua como la nuestra: cómo se escribe, cómo se habla en Afganistán, cómo es la cultura e incluso cómo es la cocina.

No hemos tenido ninguna prohibición para organizar nuestros encuentros y actos; al contrario, los búlgaros participan y expresan su interés en aprender persa y árabe. En la Universidad de Sofía se enseñan estos idiomas, así como la cultura de estos países.

Desde que sé que mi lengua materna se enseña en Bulgaria, y además en la universidad, me siento orgullosa. Me hace sentir más aceptada aquí.

Por Guergana Máncheva

Traducido y publicado: Borislav Todorov

Fotos: Archivo personal


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