Según la clasificación de una compañía de seguros británica, cuyos clientes viven en su mayoría fuera de sus países de origen, Bulgaria es el número uno para aquellos que desean iniciar una nueva vida en el extranjero. En esta clasificación Bulgaria ocupa el cuarto lugar entre 10 países y el primero en Europa, siendo el país con el mayor aumento en la población de expatriados entre los años 1990 y 2020 (pasando de 43.000 personas en 1990, a 1,7 millones en 2020). Actualmente no hay estadísticas exactas sobre el número de extranjeros que viven en nuestro país, pero las razones por las que ellos eligen venir a vivir aquí son muchas y muy variadas: desde el deseo de escapar de una sobrecargada y estresante vida cotidiana o la oportunidad de un nuevo empleo, hasta el encuentro con el alma gemela.
En el caso de Alex Martínez, la razón que lo trajo a Bulgaria fue el amor, ya que su pareja recibió una propuesta de trabajo en Sofía:
“Así fue como llegué a Bulgaria. Me gustó el país y decidí mudarme aquí. Al principio comencé a trabajar como profesor en una escuela internacional, pero entonces me separé de la que era mi pareja en aquel momento, y tuve que decidir si volver a Paraguay, o quedarme y empezar algo nuevo. Decidí quedarme, aunque encontrar trabajo y una nueva casa aquí resultó ser un verdadero reto. En Paraguay mi trabajo estaba relacionado con las cervezas artesanas y mi primer trabajo en Bulgaria también estuvo relacionado con la cerveza. Me convertí en cervecero en una pequeña fábrica de cerveza”, cuenta Alex en una entrevista para Radio Bulgaria.
Un poco después conoció a su actual esposa y confiesa que se siente extremadamente afortunado de estar casado con una búlgara. Ahora tienen un hijo de tres años que se llama Nicolás, y a él precisamente Alex ha nombrado una de las cervezas especiales que produce junto a otra fábrica cervecera: una cerveza de bourbon de vainilla, galletas y coco.
El paraguayo fue uno de los primeros profesionales de la cerveza artesanal en su país natal:
“Hace diez años mi mejor amigo -y anterior socio- y yo, abrimos una cervecería con producción propia, allí, en Paraguay, y comenzamos la llamada ‘Craft-Revolution’. El mercado de cerveza artesanal comenzó a crecer rapidísimo. En Paraguay se toma mucha cerveza pero sobre todo cerveza de marcas conocidas y ya establecidas. De manera que hace 10 años la cerveza artesanal -o craft- era todavía algo nuevo y desconocido para la gente local. Entonces no teníamos acceso a tantos estilos de cerveza como ahora, de las que no son del tipo ‘lager’. Así que teníamos mucha curiosidad. La gente a nuestro alrededor viajaba fuera y nos traía alguna que otra cerveza para probar. Como no encontrábamos esas marcas en el mercado paraguayo, decidimos inicialmente empezar a importarlas desde Brasil. Nuestra intención era hacerlo profesionalmente y comerciar, pero eso resultó ser una empresa muy costosa. Sabíamos que si nadie conocía esas marcas, sería muy complicado venderlas. Por eso finalmente optamos por abrir nuestra propia cervecera y comenzar a elaborar nuestra propia cerveza. Una vez aprendimos el oficio de la elaboración de cerveza, empezamos a organizar clases para aficionados.”
Alex aconseja a quienes sientan la llamada de elaborar su propia cerveza, que empiecen con un equipo de producción modesto e ir ampliándolo poco a poco. Y les avisa también, por experiencia personal, que les espera mucho trabajo. Él mismo tiene su fábrica de cerveza y recuerda que no le faltaron trabas a la hora de legalizarla:
“Hay dos cosas que destacaría como dificultades en este camino, y las considero más bien defectos míos propios. Una es el hecho de que mi búlgaro es terrible. Sé muy pocas palabras -lo justo para poder pedir un café, una cerveza o una bánitsa”-, comparte entre risas Alex y añade: “Lo intento pero me resulta muy difícil. Lo segundo es que ya sé lo lentas que son las cosas a la hora de solucionar algo administrativo. Al mencionarle a alguien que tengo algo entre manos pero que la burocracia lleva muchísimo tiempo, todos me responden que eso es algo totalmente normal.”
Nuestro interlocutor está convencido de que no tiene ningún derecho a culpar a nadie, puesto que él mismo ha elegido quedarse en Bulgaria y abrir una empresa aquí. Por eso destaca los lados positivos de su decisión:
“Siento que las personas aquí son honestas. Yo vengo de un país muy corrupto donde para hacerme con la documentación necesaria tardaría tan sólo unos minutos, pero para ello le tendré que pagar a alguien una cierta cantidad de dinero. En Bulgaria ya sé que tardaré algo más, pero que se hará de la manera honesta y correcta. Otra cosa que me gusta es que aquí es posible conseguir un equilibro perfecto entre el tiempo de trabajo y el tiempo con a la familia”, concluye así su relato Alex Martínez.
Autor: Yoan Kolev
Traducción en español y publicación: Alena Markova
Fotos: Alex Martínez / Archivo personal
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