El 8 de junio, en la capital búlgara, en proximidad a la Catedral de Santa Sofía que ha dado nombre a esta ciudad, fue inaugurado un monumento al soberano búlgaro Samuil (997-1014), llamado “el rey jamás superado en valentía”,. El destino deparó que Samuil ocupara el trono en un momento sumamente difícil, en el que el Estado búlgaro libraba una larga pugna, dramática y desigual, contra el poderoso imperio Bizantino. El historiador Plamen Pavlov expone:
“Los contemporáneos del zar Samuil le llamaban “invencible en poder e insuperable en fuerza”. Los historiadores se refieren a él como a “el famoso Samuil de quien vivo hasta hoy el recuerdo en la memoria de los búlgaros”. Son palabras que hemos recogido del escrito de un cronista del siglo XIII que testimonia que tras la muerte de este soberano, en el pueblo cundió un auténtico culto a su figura de héroe nacional, según el contenido moderno de este concepto. Destacados historiadores como el británico Steven Runciman, del siglo XX, o Constantino Jirecek, de finales del siglo XIX y comienzos del XX, así como muchos autores modernos, comparan a Samuil al rey búlgaro Simeón el Grande (983-927). No cabe duda del importante lugar que ocupó Samuil en la historia de los búlgaros y que le merece este homenaje con el flamante monumento en la capital Sofía, inaugurado con motivo del milenio de su muerte”.
El reinado del zar Samuil se asocia a una página trágica de la historia de los búlgaros, cuando 15 mil soldados búlgaros, presos de guerra, fueron cegados por orden del emperador bizantino, dejando tuerto a uno de cada cien para que los guiara. Al ver a sus guerreros ciegos, Samuil sufrió un ataque cardíaco que le dejó sin vida.
Según el catedrático Plamen Pavlov, la actitud de los búlgaros hacia el zar Samuil y sus soldados cegados es parte de la identidad de esta nación, pero existe otra razón más para erigir un monumento al gran soberano búlgaro en la capital Sofía.
“Sabemos que Samuil y sus hermanos, los llamados comitopulos o hijos del gobernador comita Nikola, procedían de una familia aristocrática relacionada con la dinastía Krum. En otras palabras, eran una rama de la dinastía real búlgara cuyas raíces se remontan a la Antigüedad. El comita Nikola era el gobernador de la ciudad de Stedets, la actual Sofía, y es muy posible que Samuil, a quien los historiadores llamarían “el soberano búlgaro “invencible en poder e insuperable en fuerza”, haya nacido en ella. Por otro lado, la basílica de Santa Sofía, que dio su nombre a la actual capital búlgara, es uno de los mayores y más representativos templos cristianos ortodoxos en los Balcanes, y también está asociada a Samuil. Se conoce que en el año 992 las reliquias de san Juan de Rila, patrono celestial de los búlgaros, fueron trasladadas del Monasterio de Rila precisamente al templo de Santa Sofía, y este acto se atribuye al patriarca de la Iglesia Ortodoxa Búlgara a la sazón y al propio Samuil. Se pueden destacar muchos argumentos más en apoyo a la ubicación del monumento a este último precisamente en Sofía, y en proximidad a la iglesia de Santa Sofía”.
La escultura es obra del eminente escultor nacional Alexander Haytov y el monumento fue diseñado por los proyectistas Rosen y María Gurkov. La obra fue realizada con dinero donado por la Fundación Memoria de los Búlgaros presidida por el empresario filántropo Milen Vrabevski. Con su ayuda serán erigidos monumentos a otros dos soberanos búlgaros: el príncipe Boris I, durante cuyo reinado los búlgaros se convirtieron al cristianismo, y el kan Tervel, que con su ejército salvó a Europa de la invasión árabe en el siglo VIII.
Versión en español por Raina Petkova
Fotos: Archivo