Han pasado cinco años desde que el pianista Rumen Toskov, alias Rupeto, nos abandonó para trasladarse a un mundo mejor. Al menos así lo creen los amigos y familiares que lo conocían y amaban. Compaginaba en su manera de ser cualidades que a primera vista excluyen la noción de “artista”. Rupeto descollaba por su humildad que era inversamente proporcional a su talento. Era preciso en su trabajo y no hacía concesiones. La música lo era todo para él: era arte y diversión a la vez. Música clásica, jazz, folclore, cine y teatro: todo esto fue parte de su vida, corta pero repleta de arte.
“Después de su muerte tan precoz hubo que dar cierto tiempo a nuestros padres antes de realizar el proyecto”, dice Madgalena Stoilova. “Un año después de la muerte de Rupeto, mi padre sugirió la idea de editar este libro. Con tal fin seleccionó las fotografías más idóneas de los álbumes familiares. Mi padre Dimcho Toskov fue la persona que recopiló todo lo escrito o publicado en la prensa sobre mi hermano. En realidad, la familia de mi padre estaba integrada por músicos. Mi abuelo Petar Toskov tocaba el acordeón en bodas, bautizos y toda suerte de fiestas, y transmitió sus habilidades a sus cuatro hijos, incluido mi padre. El gen musical se fue transmitiendo de generación en generación en nuestra familia. El don de la música era más fuerte en Rupeto y gracias a su talento mi hermano alcanzó un nivel mundial. Yo me ocupé de escribir los datos biográficos incluidos en el libro. Decidí que es una buena idea pedir a los amigos de Rupeto que participaran en el libro con recuerdos sobre él. Felizmente, ellos se hicieron eco de esta idea y redactaron escritos muy emocionantes y agradables. Cuando los leí me di cuenta cuánto cariño dejó Rupeto en los corazones de las personas”.
“El objetivo que me he planteado es que la música creada por mi hermano Rupeto siga interpretándose y no caiga en el olvido, y que las personas sepan qué fue lo que él creó”, agrega Magdelena Stoilova. “Desearía que su arte siga vivo después de que él se haya… marchado de nosotros, como prefiero decir. Rupeto vivió la vida que quiso vivir e hizo lo que quería hacer. Le gustaba componer y escuchar música, le gustaban las personas con las que trabajaba y le agradaba viajar. De veras se sentía feliz. ¿Acaso no es mejor que uno viva una vida corta pero pletórica y llena de sueños cumplidos?”.
Versión en español por Hristina Taseva
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