El Museo de Historia Regional de Sofía exhibe hasta finales de junio la exposición titulada Benditos sean el pan y la vida, que contiene muestras de la colección del donante y mecenas, Antonio Vasilev. La muestra se enfoca en sellos para prósfora, paneles con imágenes religiosas, estampas e íconos usados en el culto cristiano, el hogar y los templos.
La exposición pretende presentar por primera vez unos 150 sellos para prósfora que se usan para santificar el pan. Es la colección más grande en Bulgaria, y quizás en los Balkanes –dice Katelina Pavlova, curadora de la muestra– . Los sellos eucarísticos exhibidos están hechos de madera y raramente de mármol, alabastro y bronce. Se usan sólo en los templos para uno de los siete sacramentos de la religión cristiana ortodoxa, la Eucaristía. Están expuestos, asimismo, sellos para panes eulógicos (panes benditos con imágenes de santos), que se conservaban, por lo general, en los hogares y se usaban para bendecir los panes domésticos y rituales relacionados con diferentes costumbres familiares. En uno de los grandes sellos para panes eulógicos, hecho de piedra y piedra caliza, está representada la escena de la Anunciación.
Antonio Vasilev ha estado recolectando su colección durante 20 años y, como dice él mismo, a cada cosa le llega su tiempo; así que, el momento de realizar esta exposición y mostrarla al amplio público llegó. Los sellos más desconocidos son del noroeste de Bulgaria –comenta el propio coleccionista– . En nuestro país predominan los sellos de forma redonda, pero en la región de Vidin se pueden encontrar otros, con formas insólitas de diferentes tipos de cruces, que son muy interesantes.
Como parte importante de la colección de Antonio Vasilev se exhiben también cuatro paneles con imágenes religiosas de finales del siglo XVIII y principios del XIX. El mayor de ellos data del año 1892 y sus dimensiones son 176 x 127 cm.
Los paneles están hechos, conforme las reglas canónicas, por maestros palestinos previo encargo de los peregrinos que iban a visitar Jerusalén y la tumba de Dios –explica Katelina Pavlova–. El lugar central en estas imágenes lo ocupaba el interior de la Capilla de la Ascensión de Cristo. Los paneles llevaban inscritos el nombre del peregrino que lo había encargado, el año en que tuvo lugar su peregrinación a la Tumba vivificadora, y, ante el nombre, el titulo hadjí. Estos paneles el peregrino se los llevaba a su casa, los colocaba en la mejor habitación, se los enseñaba a sus familiares, conocidos e invitados, se aseguraba de que estuvieran bien cuidados, el resto del año los cubría con lienzos blancos para evitar que se desdibujaran y para que pasaran a formar parte del patrimonio de sus herederos.
Las estampas también fueron adquiridas en viajes de peregrinación. Durante el viaje se les transportaba dobladas o enrolladas, luego se les guardaba cuidadosamente en la casa, junto con los íconos de madera.
Las estampas son impresiones en blanco y negro a las que luego son añadidos colores. Son principalmente de finales del siglo XVIII y del siglo XIX –prosigue Katelina Pavlova– . Son los llamados íconos de papel que nuestros antepasados compraban durante sus viajes a los lugares sagrados en tierras búlgaras y al Monte Athos. Traían estampas también de Jerusalén. En nuestra exposición presentamos una parte muy pequeña de la colección de Antonio Vasilev: cinco estampas con imágenes de los monasterios de Zografou, de Hilandar y de Báchkovo, una estampa con la imagen de san Nicolás con escenas de su hagiografía y una, del Arcángel Miguel, quien se lleva el alma.
La exposición y los eventos paralelos relacionados con el coleccionismo y la filosofía religiosa se celebran con la bendición de Su Santidad Neófito I, patriarca de Bulgaria y metropolitano de Sofía. El mecenas Antonio Vasilev recibió un Diploma de Almirantazgo en reconocimiento a su actividad patriótica. Por su parte, él donó al Museo de Historia Regional de Sofía uno de los paneles con imágenes religiosas y cuatro de los iconos expuestos.
Versión en español por Daniela Radíchkova
Fotos: sofiahistorymuseum.bg, Desislava Sémkovska y Ani Petrova
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