El sector energético búlgaro ha vuelto a centrar la atención de las fuerzas políticas, los círculos profesionales, los medios informativos y la amplia opinión pública. Boyko Borisov, primer ministro de Bulgaria, se opone al Pacto Verde de la UE y aboga por mantener lo más largamente posible en explotación las centrales termoeléctricas a carbón. Los empresarios rechazan los subsidios financieros estatales para las centrales termoeléctricas del Estado, los sindicatos se muestran reacios a las peticiones de los empleadores y defienden los intereses sociales de los trabajadores en este tipo de centrales y en las minas de carbón.
Está claro que tarde o temprano las centrales termoeléctricas a carbón deberán quedar cerradas y que esto resultará muy costoso. Este mes la Comisión Europea ha instado a varios países, entre ellos Bulgaria, Francia y Alemania, a que presenten con prontitud sus planes para la reducción de los gases de efecto invernadero hasta el año 2030. Bulgaria es el tercer país de la UE por la generación de nocivas emisiones de dióxido de carbono y sólo en 2017 generó más de 27 millones de toneladas, producto de los gases de efecto invernadero, debido a la producción de energía eléctrica y a la calefacción de la población.
A comienzos de febrero el primer ministro de Bulgaria, Boyko Borisov, reconoció en Bruselas, al reunirse con la presidenta de la CE, Ursula Von der Leyen, que para Bulgaria “El Pacto Verde” es “un problema de peso”. Con tal motivo Borisov destacó que En la próxima decena de años habrá que trabajar muy intensamente. Dentro de 10 o 15 años se deberán descubrir mecanismos para sustituir al carbón o encontrar una tecnología no contaminante del medio ambiente. Se trata de un complicado proceso.
Casi un 40% de la corriente eléctrica en Bulgaria es generado por centrales termoeléctricas a carbón y esta generación de energía se eleva a hasta un 60% en invierno. Este tipo de centrales, junto con las minas de extracción de lignito, dan empleo a 30 000 personas de la zona de Maritsa –Este, y el cierre de estas instalaciones, además de desembocar en una crisis de energía, provocará otra social. El que estas instalaciones estén contaminando la atmósfera por el carbono que segregan es obvio, pese a que Bulgaria ocupa el segundo puesto en la UE por la reducción de las emisiones de carbono, que en 2018 bajaron un 8,1%.
En relación con la amenaza del cierre de estas centrales, el Parlamento ha tomado una decisión en virtud de la cual el Ejecutivo se compromete a hacer todo lo posible por salvar la central eléctrica estatal “Maritsa Este 2”, con deudas que superan la cuantía de 800 millones de euros, de un futuro borroso no sólo en lo ecológico sino también en lo financiero. Esta decisión se encuentra en contradicción con el Pacto Verde y ha sido criticada por las organizaciones empresariales que han vislumbrado en esta resolución una ayuda estatal indebida, que amenaza la libre competencia.
Las asociaciones empresariales han reclamado dimisiones de los directivos del Holding Energético de Bulgaria, de la central termoeléctrica “Maritsa Este 2” y de la bolsa de Energía. La energía eléctrica destinada al sector industrial búlgaro es la más cara en toda Europa y los empresarios se han indignado de que los precios de la corriente eléctrica de uso industrial son de un 20% a un 50% superiores a los que paga la competencia europea. Esto se debe a la mala gestión y a la corrupción en el sector energético, se expresa en una declaración de las cuatro organizaciones empresariales.
Los sindicatos, empero, respaldan la política del Estado tendente a la conservación de la central termoeléctrica “Maritsa Este 2” y han acusado a los empresarios de manipular los precios y los hechos en el sector energético de Bulgaria. En una reunión especial celebrada el jueves 13 de febrero, entre representantes de la Asociación de Organizaciones Empresariales de Bulgaria y la ministra de Energía, Temenuzhka Petkova, se ha acordado liberalizar completamente el mercado de la energía eléctrica e introducir cambios en la legislación.
Bulgaria ocupa el cuarto puesto en la UE en la proporción de la energía eléctrica generada a base de carbón en la generación total, y sólo la preceden Polonia, Chequia y Grecia. Sin las centrales termoeléctricas a carbón nuestro sistema energético no puede funcionar normalmente y hemos manifestado ante la CE que las mismas se mantendrán hasta el año 2030 como instalaciones básicas en la generación eléctrica de país, ha dicho la ministra de Energía, y ha reclamado que la transición de las centrales a carbón a fuentes de energía eléctrica más ecológicas y menos contaminantes sea gradual y no infrinja la seguridad energética de Bulgaria.
Versión en español por Mijail Mijailov
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