Las personas partidarias de una dieta de alimentos limpios y frescos acuden a menudo a surtirse de ellos a los mercados de agricultores, donde los productores exhiben sus frutas y hortalizas, miel, productos lácteos, mermeladas, productos enlatados, vinos. Pese a que llevan existiendo ya varios años, es ahora cuando aparece la probabilidad de que estos emporios acaben teniendo regulada su actividad.
Dos proyectos de documentos, uno llamado “Reglamento para el uso de los mercados de agricultores” y el otro “Guía de las medidas de seguridad para los alimentos en las casas de huéspedes”, se proponen aportar más claridad al mercado en que se comercializan alimentos caseros y agrícolas. En estos documentos se introducen por primera vez las definiciones oficiales de los conceptos mercado de agricultores, alimentos locales, alimentos agrícolas y comida artesanal.
El reglamento fija la actividad de los mercados de agricultores por medio de reglas para los alimentos ofertados, la higiene en el área del mercado, los equipos empleados, así como para las personas que realizan la venta.
“Llevamos organizando estos mercados ya ocho años y lo que venimos sufriendo en todo este período es la inexistencia de medidas de seguridad alimentaria que unifiquen los estándares –resalta Guergana Kabáivanova, de la Fundación Local Food, una de los autores de los borradores de documentos–. Lamentablemente, hasta ahora hemos estado literalmente perjudicados por la Agencia para la Seguridad de los Alimentos, padeciendo prohibiciones infundadas en cuanto al control de los alimentos. Por eso pretendemos desmarcarnos de las actividades accidentalmente organizadas, en las que unos ciudadanos montan unas mesitas feas y colocan en ellas para vender la comida pseudo casera sin ningún control. Este reglamento se propone distinguir entre los mercados de agricultores que actúan de manera profesional y ejercen un control estricto sobre la seguridad de los alimentos y los mercados no reglamentados”.
En el reglamento se sugiere incorporar una medida para la organización de eventos de índole benéfica, educativa y demostrativa, en los que se pueda comercializar comida casera. En ella se traza un “límite” entre la elaboración de alimentos en forma artesanal y los preparados de manera profesional.
“La Guía recoge un procedimiento simplificado para la inscripción de cocinas caseras en las casas de huéspedes –explica Guergana Kabáivanova al referirse al segundo documento propuesto– . Las reglas les permitirán a los dueños de estas casas ofertar comida casera no sólo a la gente que vaya a pernoctar en ellas, sino también en régimen de restaurante a cualquier visitante. Además, podrán vender productos a clientes finales a través de tiendas en línea, así como en mercados de agricultores locales”.
Una inspección efectuada en una veintena de casas de huéspedes han puesto de relieve que sus propietarios no son conscientes de lo que se podría mejorar si registraran cocinas en las que ofrecieran comida a todo tipo de huéspedes. Por esto, la adopción del Reglamento es sólo el primer paso. “Una vez que contemos con la base jurídica aprobada, iremos registrando las primeras cocinas piloto en las casas de huéspedes para mostrar cómo será posible impulsar el turismo rural al ofertar comida casera y cómo ello reportará beneficios a la aldea entera”, ha señalado Guergana Kabáivanova.
Los dos proyectos de documentos fueron depositados ante el Consejo Nacional de Alimentos en noviembre de 2020. Un consejo pericial deberá examinarlos en breve y eventualmente aprobarlos.
Adaptado por Diana Tsankova en base a entrevista de Ayse Latif, de la emisora regional de Radio Nacional en Shumen
Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: archivo BNR
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