Hasta en tiempos de crisis, cuando el búlgaro restringe sus gastos ciñéndose a las cosas esenciales como comida, combustible y calefacción, no merma el interés por las viviendas de nueva construcción. Sin embargo, una buena parte de las viviendas acabadas de construir se mantienen durante mucho tiempo sin moradores. La causa es que muchos de sus dueños simplemente han invertido sus ahorros en un inmueble como una alternativa a los depósitos bancarios que no generan ningún rédito en concepto de intereses. Se llega así a la paradoja de que pese al auge en la construcción de viviendas, el búlgaro continua viviendo en estrechez y no suele invertir en mejoras tendentes a reforzar la eficiencia energética de su hogar.
La mayoría de los núcleos familiares búlgaros tienen ingresos fluctuantes y no se puede permitir el lujo de contraer un crédito para adquirir una vivienda nueva. Según datos de la Oficina Europea De Estadística. Eurostat, un poco más del 41 % de los búlgaros viven hacinados. Cabe señalar, a título de comparación que la media de este porcentaje para la UE es de un 17%.
El problema de las viviendas hacinadas resulta aún más perceptible en las aglomeraciones urbanas, en las que de cada dos núcleos familiares, uno reside en un espacio limitado. Así lo señala un estudio de la oenegé Habitat Bulgaria. Recientemente representantes de parte búlgara de la organización Habitat for Humanity, que ayuda a millones de personas a mejorar sus condiciones de vida, se han incorporado a un foro residencial europeo dedicado a los problemas generados por la crisis de la Covid-19 y el cambio climático a escala global.
“La pandemia ha puesto en primer término lo importante que son las viviendas, en cualquier situación, para podernos recluir en privado en ellas, llevar una vida plenitud y aportar serenidad al estudio a distancia de los hijos”, dice Mincho Benov, director nacional de Habitat Bulgaria, y agrega:
“Las viviendas en Bulgaria, comparadas por su área residencial con las de los países de Europa Occidental, casi tienen la mitad de la extensión residencial en Europa Occidental. Si a esto sumamos el hacinamiento el cuadro sufre un deterioro complementario. ¿Puede uno imaginarse cómo puede un niño estudiar en un hogar tan hacinado? Por otra parte, esta situación ha puesto de relieve también otro problema, el de la pobreza energética de miles de hogares búlgaros. Según las evaluaciones de los organismos que suelen calcular tales indicadores, Bulgaria se inserta en la categoría de “pobreza energética extrema”. Menciono la relación con la pandemia porque los niños están en casa durante todo el día y los hogares se han de calentar todo el tiempo e íntegramente. Las personas de la tercera edad que acostumbraban ir a recintos públicos para disfrutar del calor en ellos y reducir sus gastos en calefacción ya no tienen forma de seguir haciéndolo, por los cierres provocados por la pandemia”.
Por otro lado, persiste como un problema grave y de larga fecha el fondo de viviendas no ocupadas. Está desocupado más del 30% de las viviendas habitables del país. ”Esto se relaciona con la falta de mantenimiento en esos edificios residenciales, y de este modo, se pierde un recurso enorme que, con una acertada gestión, podría aportar a la solución de una serie de problemas acuciantes”, resalta Mincho Benov y añade:
“Es apremiante la necesidad de renovación del fondo de viviendas en Bulgaria. Dentro del consumo energético general, mucho más del 40% del total corresponde a las viviendas, y esto es un factor principal para la no contaminación del aire atmosférico, las emisiones de dióxido de carbono, etc. Además, la mejora de la eficiencia energética de las viviendas hará que los núcleos familiares en pobreza energética puedan reducir sus gastos en calefacción en invierno y tenga sus hogares más frescos en verano. No se trata únicamente de los barrios periféricos marginales en los que, para calentarse, la gente quema neumáticos, productos textiles, calzado y lo que tenga a mano, sino que es un problema para quienes usan diferentes maderas. Se usa en forma masiva maderas mojadas. Nos preguntamos por qué los subsidios energéticos para los hogares se traducen en la compra de carbón y leña. ¿No hay, acaso, otra cosa que se emplee de manera más racional? Cada año, a través de estos subsidios sociales, estamos invirtiendo en una contaminación atmosférica”, concluye el director nacional de Habitat Bulgaria.
Versión en español por Mijail Mijailov
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