Uno de los periodos más lúgubres de la historia del siglo pasado es la Segunda Guerra Mundial y las persecuciones contra hebreos y representantes de razas no arias. Perseguidos y humillados por los regímenes fascistas del Tercer Reich, millones de judíos encontraron la muerte en fosas comunes y en los campos de concentración. La ideología antisemita cobró velocidad no solo entre los países del Tercer Reich (entre Roma, Berlín y Tokyo), sino en países como Hungría, Rumanía, Bulgaria, Eslovaquia, Croacia y Finlanda que homologaron su legislación en conformidad con las leyes nazi de Alemania.
La mayoría de estos países obedecieron la ley de deportación de la población judía a los campos de la muerte. Bulgaria sin embargo logró salvar más de 48 000 judíos gracias a algunos búlgaros que lograron atraer la sociedad a la causa humanitaria a favor de los judíos.
Los acontecimientos tuvieron lugar el 10 de marzo de 1943 cuando la Iglesia Ortodoxa búlgara en la persona del metropolitano de Sofía, Stefan y del metropolitano de Plovdiv, Kiril, lograron suspender la deportación de centenas de hebreos de Plovdiv. Mientras, Dimitar Peshev, vicepresidente de la Asamblea Nacional y 43 diputados descubrieron un acuerdo secreto entre Bulgaria y el Tercer Reich para la deportación de decenas de miles de judíos y lograron frustrar los planes de la Alemania nazi. Tienen gran aportación a este hecho cuatro búlgaros de la ciudad de Kiustendil, el diputado Petar Mijalev, el comerciante Asen Suchmezov, el profesor Vladimir Kurtev y el abogado Iván Momchilov. En Israel sus nombres figuran en la avenida de los justos, una condecoración honorífica que se concede a personas que no son judíos pero que arriesgaron sus vidas en la salvación de judíos durante la época del Holocausto.
La casa museo Dimitar Peshev conserva importantes documentos y objetos que nos recuerdan de los acontecimientos del pasado no muy lejano y que nos acercan a los ciudadanos de Kiustendil que asumieron la salvación de los judíos búlgaros como un deber de toda la ciudad.
Este es el único lugar en Bulgaria consagrado a la memoria de estos búlgaros valientes que se atrevieron a oponerse a las órdenes de los nazis. Gracias a ellos Bulgaria logró limpiar en cierta medida la vergüenza de su adhesión a los regímenes de los nazis a pesar de que en una etapa posterior, después del 9 de septiembre de 1944 el poder no reconoció sus méritos y los condenó como enemigos del pueblo por pecados que no habían cometido. Apenas cuando Israel les dio su reconocimiento fueron premiados póstumamente con el más alto orden estatal Stara Planina de Primer grado y fueron proclamados ciudadanos honoríficos de Kiustendil.
Mientras Bulgaria guarda vivo el recuerdo de los acontecimientos de 1943 algunos de los países donde los nazis y sus colaboracionistas cometieron sus atrocidades guardan el silencio. Únicamente los relatos de los pocos supervivientes evocan las extorsiones y las torturas que vivieron las víctimas de los nazis para mantener despierta la conciencia de la humanidad que está camino de volver a cometer los pecados de sus predecesores. Será horrible cuando estas voces se callen para siempre…
Es triste que en la misma Europa en que fueron cometidos los más graves crímenes contra la humanidad en nuestros días somos testigos de marchas con antorchas y propaganda de ideología neo nazi que utiliza hábilmente el descontento social. Precisamente por esto es necesario recordar el Holocausto para no permitir que la oscuridad del pasado se apodere del presente y del futuro.
Fotos: registersofia.bg, archivo
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