Cada año en vísperas de la Epifanía y el día de la magna fiesta (5 y 6 de enero) en todos los templos y monasterios  de la Iglesia Ortodoxa Búlgara se oficia la llamada Gran Consagración del Agua, durante la cual se consagra el agua. El sacramento mediante el cual se inmola la bendición de Dios sobre el agua y la purificación de las personas que la utilizan evoca el bautizo de Jesucristo en el río Jordán, que en Bulgaria llamamos Yordanovden.

Los primeros seguidores de la doctrina de Jesucristo bautizaban a los nuevos miembros de la iglesia en la noche de la Pascua de Resurrección porque en su esencia el bautizo es una participación sacra del ser humano en la muerte y en la Resurrección de Jesucristo. El bautizado se une con Dios que resucitó y que con su muerte vence la muerte de la persona bautizada. 

Mediante el Espíritu Santo que santifica el sacramento, Dios perdona los pecados del creyente y le da fuerzas para vencer el mal. De esta manera la fuerza purificadora del agua, que simbólicamente lava los pecados, prepara el alma para unirse a Dios mediante el sacramento del bautismo.

“En las antiguas iglesias, en los primeros siglos, los cristianos se bautizaban solamente en determinados días del año y no como es ahora, cuando el bautizo está permitido todos los días, señala el padre Bozhidar Marnov, del templo capitalino Exaltación de la Cruz. Los días eran la Pascua de Resurrección, el Pentecostés, la Epifanía y el día que antecedía la Epifanía cuando fueron bautizados miles de nuevos cristianos.

Su bautizo tenía lugar el 5 de enero y desde entonces quedó la costumbre de oficiar la Gran Misa de Consagración del Agua, como un recuerdo de estos bautizos. El 6 de enero de nuevo se oficia la Gran Consagración del Agua. El agua de Epifanía se guarda durante todo el año y se utiliza cuando necesitamos apoyo espiritual. San Juan Crisóstomo la denomina “segunda comunión” porque no se puede beber siempre, sino cuando el creyente se ha preparado para ello. Se debe beber antes de haber desayunado para poder recibir los dones del Espíritu santo”. 

Los dos días, el 5 de enero, llamado en Bulgaria Voditsi, y en Epifanía, la misa es solemne y la consagración del agua se realiza tras el término de la liturgia. Según el nuevo Testamento, cuando Jesucristo fue bautizado por san Juan Bautista  en las aguas del río Jordán, santificó toda la esencia del agua. Por esto el día de la fiesta y en sus vísperas se considera que el agua en todos los mares, océanos, ríos y embalses está consagrada mediante la Gran Misa de Consagración del Agua. 

“Lo más importante en este bautizo es que en este momento se manifiesta el propio Dios, subraya el padre Bozhidar. Su voz se oye con las palabras: “Este es mi hijo amado en quien tengo complacencia”. En este instante vemos que se ha cumplido la promesa que Dios dio al hombre de que le enviaría a un Redentor. Cuando Jesucristo nació, su llegada a la tierra era desapercibida. Lo vieron los ovejeros, los reyes magos y unas cuantas personas.

Ahora Dios está frente toda la sociedad y comienza su oficio en el mundo. Por un lado Dios está ante nosotros pero sus secretos no pueden ser revelados porque Dios no puede ser conocido en su esencia. Por otro lado, las personas del Viejo Testamento no estaban preparadas para ver a Dios. Por esto la Epifanía echó los cimientos de la nueva vida para los seguidores de Jesucristo que están llamados a seguir los pasos de su Salvador”.

Versión al español de Hristina Táseva