Cuando uno viaja por Bulgaria se fija inevitablemente en la multitud de fuentes al borde de  las carreteras o los senderos del monte. Estas fuentes, construidas en  parajes a cual más inverosímiles - en medio de hayas seculares o en la plaza de algún pueblo-despiertan la gratitud de los viandantes sedientos. La alegría del viajero que ha saciado su sed es como una bendición dirigida a quienes captaron  el agua y construyeron aquella fuente. Así desde tiempos inmemoriales, en la idiosincrasia nacional, construir una fuente es una labor sagrada. Tal fue también el trabajo de un grupo de hombres del pueblo de Bov quienes decidieron urbanizar en cierta forma la zona  que rodea la vetusta fuente, “El pozo santo”, de esa aldea situada a unos 65 kilómetros al norte de Sofía en el regazo de la Cordillera de los Balcanes.

Valentín Gueorguiev, uno de los hombres que se dedicaron a remozar la  fuente dice: “fue en 1933 cuando un sacerdote hizo la consagración de la fuente que, desde aquel momento pasó a llamarse el Pozo Santo- dice Valentín. Ha sido demostrado que el agua que brota de la fuente tiene  propiedades óptimas. Según el análisis bioquímico que se le ha hecho, el agua está rica en  potasio y es útil para gente con dolencias cardíacas. Si te llenas cualquier recipiente con esta agua y la dejas así, el agua no perderá sus propiedades aunque pase un año entero”.

Unos años atrás la zona alrededor de la fuente era desértica y acceder al pozo santo era  tarea difícil. Valentín, acompañado de otros 4 hombres del pueblo, decidieron “urbanizar” aquellos parajes y restaurar la fuente famosa por las propiedades curativas de su agua. Cortaron los matorrales, empedraron de losas la zona alrededor de la fuente y construyeron una glorieta en que la gente pudiera sentarse y descansara tras haber subido por las empinadas cuestas que conducen al manantial: “Hemos trabajado tres veranos seguidos. Lo que ahora se puede ver lo hemos hecho con la asistencia de Emil Atanasov, antiguo alcalde de la vecina ciudad de Svogue. Él nos ofreció materiales para la construcción. El resto fue nuestro trabajo voluntario. Algunas personas se preguntaban que qué provecho íbamos a sacar. Pues, ninguno. Lo único que nos alentaba era hacer la zona accesible y agradable para quienes fueran  allá. Nos alegramos de que a la gente le haya gustado lo que habíamos hecho”.

Gracias a los cinco hombres, la fuente ha cobrado popularidad aún mayor y cada vez más personas escalan las laderas del monte para llegar a la fuente y beber del agua curativa. En el frescor del hayal circundante se sientan en los bancos al lado de la fuente y su vista se recrea en el hermoso panorama que se abre hacia el pueblo de Bov y las pendientes boscosas de la cordillera. La zona se ha animado, se ha vuelto tan concurrida como antaño, ya que ahora, durante todo el verano, la gente del pueblo llega allá para celebrar diferentes manifestaciones. En los dos últimos años, sin embargo, se ha reducido el caudal del agua de la fuente. Resultó que había una deficiencia en el acoplamiento en el punto donde se capta el agua y la tubería que va al pozo.

“Tuvimos que instalar una nueva tubería. Ahora el agua fluye a caudales. Me satisface enormemente comprobar que la gente recuerda hasta hoy en día este pozo. La gente se toma agua de él y llena de agua botellas y bidones que se lleva a Sofía, Vratsa y otras localidades. Todo el mundo dice que el agua es muy buena. El agua ha sido estudiada en Alemania y allá han demostrado que por su composición es muy adecuada para los bebés”.

Respecto a las propiedades curativas del agua del Pozo Santo hay que agregar que, además de  emplearse para tratar dolencias cardíacas, se  recurre a ella para curar alergias y defectos de la visión.

Versión en español por Mijail Mijailov