En Sofía se celebró el primer Foro Slow Food: Terra Madre – Bulgaria. En el evento tomaron parte investigadores que trabajan en el terreno del estudio y la conservación de los recursos genéticos, representantes de las comunidades locales, pequeños agricultores, maestros y cocineros que intercambiaron experiencias y conocimientos sobre el tema de la nutrición variada y la crianza de diversos cultivos.

Slow Food es un movimiento internacional fundado en Italia en 1986 por Carlo Petrini. Su misión es conservar las tradiciones gastronómicas nacionales, fomentar el cultivo de los productos locales y de los animales de la granja, y apoyar a las comunidades locales. Hasta el momento, en el movimiento se han involucrado más de 130 países. Slow Food debe su inicio a una protesta espontánea contra la apertura de cada vez más restaurantes de comida rápida. El lema del movimiento es “Bueno, limpio y justo”. Bueno, porque ofrece delicia al paladar, limpio, porque no daña la naturaleza, y justo, porque garantiza relaciones honestas entre productores y consumidores. El productor recibe un precio que se ajusta al trabajo invertido, y el consumidor, un precio que no es demasiado alto para él.

Puso inicio al Foro una conferencia sobre el tema “La diversidad vegetal en beneficio de la sociedad”. Los conferenciantes familiarizaron a los asistentes con las plantas en peligro de extinción y con el proceso de conservación de los cultivos y su crianza.

Desislava Dimitrova, botánica de la Academia Búlgara de Ciencias y coordinadora de Slow Food – Bulgaria, ofrece más información sobre la misión de Slow Food y Terra Madre.

“Lamentablemente, hoy en día consumimos más simplemente por consumir. No hay que hablar de la producción de más alimentos, hay que cambiar la distribución de éstos, como también el sistema alimentario. Actualmente, este sistema se basa únicamente en la ganancia. La comida se ha convertido en una mercancía, vaciándose de su contenido biológico, cultural y social. Los anuncios nos sugieren que hemos de comprar mucha comida y, además, barata. Comemos cada vez menos con el paladar boca, con las emociones y con el conocimiento, simplemente, tragamos la comida. Nuestra idea es aminorar el ritmo con que trabajamos y consumimos. Hoy en día, nos hemos convertido en unos Homo consumens. Lo que se puede hacer es dar buenos ejemplos. En los últimos años en Bulgaria existe una tendencia, cada vez más pronunciada, de buscar comida de buena calidad y un número de jóvenes, cada vez mayor, está interesado en lo que pone en la mesa, sobre todo los padres jóvenes. Lo malo es que el Estado no desarrolla políticas para la diversidad nutritiva, sino que se ha centrado en la industrialización de los alimentos, ya que este es el camino más fácil. Somos una organización de voluntarios. Nuestra red está formada por personas que creen en un objetivo común y tienen la misma pasión. Es algo más que un trabajo y es algo que te gusta seguir. El futuro de Slow Food es el vínculo entre la ciencia y las personas que se alimentan de este modo”.

A la pregunta de si es buena idea que el Ministerio de Sanidad implemente un impuesto denominado Alimentos Nocivos como medida para luchar contra la obesidad y el modo de vida insano, Desislava Dimitrova responde lo siguiente: “A mi juicio esto es innecesario. El precio de los cigarrillos no deja de crecer. Ni hay productores de cigarrillos en quiebra ni la gente ha dejado de fumar. Es una imitación de compromiso con el problema. Seguramente, la ley no perjudicará a una importante cadena para comida rápida pero sí perjudicará a un pequeño productor que negocia con alimentos que figuran en la ley”.

Versión en español por Daniela Radíchkova y Hristina Táseva