“Íbamos desnudos, hambrientos, salados y felices”, así describe sus recuerdos del mar Negro el periodista y escritor Ivo Berov. “Hoy en día es difícil entender que sentía uno cuando compraba una botella de whisky de una de las tiendas Corecom (una cadena de tiendas en la Bulgaria totalitarista en que se vendían bienes de consumo occidentales). Eso era probar algo proveniente de los países más allá del telón de acero”, agrega el periodista Iván Berov. “Después, curábamos la resaca de las noches “libres” con “la analgina azul”, que era el mar”, dice riendo el satírico Mijail Veshim.
Estas y muchas otras historias veraniegas del pasado búlgaro no muy lejano ha recopilado en el compendio Desnudos y salados (el mar antes del hormigón) la periodista, escritora y traductora del alemán Zhanina Dragostinova. El libro es un cuadro del tiempo que ensamblan los cuentos de 23 periodistas, actores, intelectuales y políticos.
“El periodo que abarca el libro es bastante largo, los relatos son de los años 60 a los 90 del siglo XX, explica para Radio Bulgaria Zhanina Dragostinova. Mi deseo era recopilar un compendio personal en el cual las personas de distintas generaciones puedan contar a sus hijos y nietos cómo eran las vacaciones en la costa del mar cuando ellos eran jóvenes.
Cuando leí todos los textos recopilados me di cuenta de que existía un sentimiento común de satisfacción y felicidad generado por el mar. Cabe decir que en aquellos años a uno a veces le resultaba difícil sentirse feliz”.
Las vacaciones en la costa del mar le daban al búlgaro la sensación de libertad e infinidad, dice categórica Zhanina. Esto faltaba en el día a día de los ciudadanos de a pie a causa de las restricciones impuestas por el sistema político de aquellos años. La periodista señala que las historias del libro no son una nostalgia por la época del totalitarismo. Uno no puede echar de menos algo que le limitaba y le privaba del derecho a libre elección, dice ella. Hay nostalgia, pero por la libertad que daba el mar.
Zhanina Dragostinova nació en Varna y lo sabe mejor que nadie.
“Para los vecinos de Varna ir a la playa no significaba estar de vacaciones. Mi padre y yo íbamos a Obzor, en la costa sur. Cuando crecí y comencé a viajar sola también optaba por los campings de la costa sur del mar Negro. Esta parte del litoral simbolizaba la libertad. En el libro hay historias tanto de la costa norte como de la costa del mar Negro”.
Los recuerdos de los campings y de los albores del nudismo en Bulgaria, la imagen de los pescadores y sus redes repletas marcaron la juventud de un gran número de los intelectuales búlgaros y trajeron el viento del cambio a Bulgaria.
“El primer camping que visite era el de Alepu, el lugar más bello de la costa búlgara del mar Negro, recuerda el escritor Mijail Veshim. Las condiciones eran pésimas, no había agua, pero sí había libertad. En aquellos años no sabía que los turistas se verían obligados a moverse de un camping a otro perseguidos por los buldóceres y las construcciones de hoteles”.
El satírico explica la tristeza detrás de su sonrisa como una nostalgia por la naturaleza y el mar límpios, la costa sin hoteles y la naturalidad que resulta cada vez más difícil de encontrar.
“Tal vez los cambios que se produjeron se pueden expresar con las palabras “entonces los tomates eran auténticos”, dice Zhanina Dragostinova. A mi juicio, el cambio no está vinculado con el socialismo, sino con la industrialización. Por ejemplo, no podíamos imaginarnos que en la palaya se instalarían tumbonas.
Lo agradable era acostarse sobre la arena caliente. Hoy las personas que están tumbadas en la arena son una excepción. Las vacaciones están sometidas a la industrialización y esto es lo diferente. Desde luego, hay personas que valoran el contacto con la naturaleza, pero el problema es que hay cada vez menos sitios naturales”.
Cuando nos referimos a las vacaciones de verano en Bulgaria no podemos omitir a los turistas de Europa occidental que visitaban el país. El periodista Panayot Denev cuenta de sus vacaciones durante las cuales supo de la construcción del Muro de Berlín. “Hay otros textos en que también se menciona de los ciudadanos de Alemania Oriental que entonces estaban de vacaciones en Bulgaria y que tenían que regresar urgentemente porque su patria ya estaba dividida”, cuenta Zhanina Dragostinova.
En el libro está incluido un texto del periodista alemán Hans-Dieter Schutt, que era director jefe de una edición alemana en aquellos años y una importante personalidad de la vida política, que cuenta sus impresiones de la costa búlgara del mar Negro. A la pregunta de cuáles son los recuerdos que guarda un ciudadano de Alemania Oriental Zhanina Dragostinova responde lacónicamente que los recuerdos son bellos como los que tienen todos los habitantes de esta parte de Alemania.
Versión al español de Hristina Táseva
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